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Actualizado: 4 de julio de 2025
Pero aun se detuvo un momento, porque aquel diablo de hombre estaba en todo. ¡Los folios! ¡Borrad los folios! El compañero de la pierna rota era llevado en alto por su mujer y su madre. El pobrecillo gemía de dolor á cada movimiento brusco, pero se tragaba las lágrimas y reía también como los otros, viendo que el cargamento se salvaba y pensando en aquel chasco que hacía reir á todos.
No consentía que se hiciera pausa en nuestra conversación. Me acordé entonces de la sonrisa de Villa cuando le hablé de ella y empecé a explicármela. Observando mi distracción, me dijo: ¿Qué es eso? ¿Repara usted en la seriedad de Villa? Siempre le pasa igual. En cuanto llega Isabel, concluyen las guasitas. Se queda con una cara larga, larga, que da pena mirársela...¡Pobrecillo!
¿Don Román? exclamó tía Pepilla. ¡No vendrá, Rorró, no vendrá.... El pobrecillo no está para esas cosas! Le traeré yo, si no está con el reuma; le traeré yo, y estará muy contento, y para que no tenga que salir a la calle a media noche dormirá aquí. Angelina y él serán los padrinos.... ¿Se aprueba lo que propongo? ¿Sí? Pues.... ¡Aprobado! ¡Qué gratamente que pasamos la noche!
Señor dijo la tía María , ¿y va usted a tomar a dinero contado lo que dicen los enamorados? ¿Si Ramón Pérez, el pobrecillo, no es capaz de matar un gorrión, cómo puede usted creer que se vaya a matar cristianos? Pero considere usted que si se casa don Federico se nos quedará aquí para siempre, ¿y qué suerte no sería esta para todos?
La ventana estaba abierta, y doña Lupe la cerró para que el pobrecillo no se constipase, pues una cosa es la salud y otra la justicia. Venía el delincuente con las manos en los bolsillos y una gorrita escocesa en la cabeza, las botas nuevas y la ropa de dentro de casa, tan mustio y abatido que era preciso ser de bronce para no compadecerle.
Ojeda hizo una señal negativa... Y sin embargo, de querer él, lo hubiese podido encontrar en dos minutos. Nélida e Isidro habían desaparecido desde media tarde. Al anochecer, cuando acababa de sonar el toque preparatorio de la comida, volvió a encontrarse con don Carmelo. Se acabó. El pobrecillo ha muerto. Voy a ver al carpintero para que lo tenga todo listo.
Delirios... lo mejor es el desprecio... A estos badulaques se les desprecia... Bueno está mi sobrino para meterse en lances, él que se asusta de entrar en un cuarto sin luz. ¡Pobrecillo Maxi!, ¡tiene un corazón de oro, y ahora que está tan dado a estudiar lo del otro mundo, se le ocurren unas cosas...! ¡Vaya con lo que me decía anoche!
Me parece a mí, señor repuso el caminante, que sólo vagamente había comprendido las palabras de D. Pantaleón, que si a esos niños se les educara con cariño serían personas honradas. Yo conozco al mayor, y parece muy humilde el pobrecillo. Sería inútil, créame usted. Hoy se ha adelantado mucho en esa materia.
Mas tan poca labia y malicia el pobrecillo desplegaba en este oficio chalanesco, que pronto hubo de quedarse en la calle. Últimamente le deparó el cielo unas señoras viejas de la Costanilla de San Andrés, para que les llevara las cuentas de un resto de comercio de cerería, que liquidaban, cediendo en pequeñas partidas las existencias a las parroquias y congregaciones.
Este era su único vicio. ¡Pobrecillo!... De mujeres y de juego, ni señal. Su egoísmo, que le hacía ir bien vestido, mientras la familia andaba harapienta, y su desigualdad en el reparto de los productos del trabajo, compensábalos con iniciativas generosas.
Palabra del Dia
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