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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Pero toda esa gente sin necesidades, habituada a vivir un día con un plátano, no es ni fuerte, ni laboriosa, ni se somete a la disciplina militar indispensable en compañías de esa magnitud. Falto de hombres, M. de Lesseps apeló a la industria y contrató la construcción en Estados Unidos de enormes máquinas de excavación, cuyos dientes de hierro debían reemplazar el brazo humano.
El terreno que la circunda produce con abundancia todos los frutos de la zona tórrida; así es que sus habitantes son todos labradores, y no solamente recogen lo suficiente para su consumo, sino que hacen tambien algun comercio con lo que les sobra; para lo cual ponen á curar al aire y al sol los frutos del plátano, cortándolos primeramente en tiras ó tajadas largas, que despues de secas se trasforman en escelentes orejones.
Pues en el Retiro, mirando al estanque grande fijamente.... ¿Qué tienes, chica? Lucía, con los ojos cerrados, mortecina la color, se recostaba en el tronco del plátano que sombreaba el banco. Cuando abrió los párpados, la sombra de sus sienes era más marcada, y su mirar vago, como de persona que vuelve en sí de un síncope.
El plátano proteiforme, la yuca, el ñame y demás manjares indígenas, les llamaban la atención, y el bajo italiano que se hallaba entre bastidores sonaba en agudezas de carbonero, mientras algunos jóvenes de Caracas, casualmente allí, analizaban los contornos de la contralto con una detención que revelaba, o afición a la anatomía o designios menos científicos.
El plátano se embarca verde, empieza a dorarse a los cuatro o cinco días, y llega en completa sazón a Nueva York, donde pronto desaparece ante el formidable consumo. Si, como se espera, los cincuenta millones de habitantes de los Estados Unidos se habitúan a comer bananas en la proporción que hoy lo hacen los neoyorquinos y en general la gente del litoral, el porvenir de Panamá está asegurado.
Era América tal como la habían soñado: al fin iban a sentar el pie en el nuevo continente... Y el plátano grácil, coronado por el amplio surtidor de sus hojas barnizadas, extendíase por todo el paisaje, formando grupos en torno de las blancas construcciones de la playa, remontando los caminos en doble fila, tendiéndose sobre las mesetas en apretados bosques, festoneando las cumbres con la esbeltez de su tallo, que le hacía destacarse sobre el cielo lo mismo que el estallido de un cohete verde.
La biblioteca, la palma, el plátano no existen: ¿cómo al convencernos de que habian desaparecido podiamos dejar de caer en el abatimiento y en la melancolía? Tantas calamidades, nos dijimos, habrán minado esta ciudad hasta por sus cimientos: ¡ay! ¿quién sabe si habrá siquiera vestigios de los pueblos que han venido á chocar y á destruirse en ella?
Aguas constantes y tenaces y espesas nieblas hacen que en aquella localidad la humedad sea muy grande, circunstancia que favorece el desarrollo del plátano abacá cuyo textil es el principal producto de su suelo.
Para estas fiestas, en las cuales cantaban las excelencias y las antigüedades de sus Anitis, se adornaban las mujeres tiñéndose de negro los dientes y blanqueándose el pelo, completando el adorno conchas, caracoles, plumas, insectos de colores y hojas de plátano. Los hombres se rapaban el pelo, yendo completamente desnudos.
Lo produce un plátano propio y peculiar de las Filipinas, y eso solo en la parte Sur, radicando el núcleo de su producción en la volcánica provincia de que venimos ocupándonos. Ni los ingleses en la India, ni los holandeses en Java, ni los franceses en Saigon y Conchinchina han podido dar vida en sus campos á tan preciada planta.
Palabra del Dia
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