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Actualizado: 15 de mayo de 2025
En corroboración de esto, puedo decir que tardé más de dos años en distinguir la fea de la guapa; hoy ¡ah! hoy ya es otra cosa; he comido mucho plátano, y he estado trimestres enteros sin ver siquiera un cuarto de cara de las de allá, así que puedo asegurar que Angué es muy guapa. Fotografiémosla.
«Para el constipado mal curado se debe tomar de la fruta de Bayasong ó Leimon y se asa entero en ascuas, y cocido se parte en estremo, y el jugo se unta en el pecho abrigándose después el cuerpo. «Para el que padece pasmo por el calor del Sol, se le debe aplicar la corteza del arbol Borobarira raspada, y cocida en el fuego envolviéndolo en hojas de plátano se pone en el vientre.
El sueño está virgen aún: sus montañas repletas de oro, sus valles húmedos de savia vigorosa, las faldas de sus cerros ostentan al pie el plátano y el cocotero, el rubio maíz en sus declives y el robusto café en las cumbres. ¡Gente de paz!
Los campos cultivados por cuenta del gobierno, y que se encuentran á una legua del pueblo, en el interior de un bosque, abrazan un grande espacio de terreno, donde crecen plantas llenas de vigor: el plátano, la caña-dulce, el cacao, la mandioca y el maiz son de exelente produccion. Como media legua distante de la mision hay una hermosa laguna que nunca está seca.
Paróse casi sin sentido debaxo de un plátano, y se encuentra con la linda dama de aquella mañana, que se andaba paseando con su amado tio, y que no se pudo tener de risa al ver á Memnon con su parche.
Servían de fondo a la figura los troncos de los árboles atigrados por manchas musgosas, y en torno de su cabeza revoloteaban hojas secas de plátano que, traídas y llevadas por el viento, semejaban errantes estrellas de oro.
Pues ahí está el caso respondió el amable capitán de la guardia africana ; es un gorgojo el tal Ben-Farding, que no llega a tres palmos, y, salvo su cabeza, que es gorda como la Al-cuba de la mezquita, y sus pies, que son como dos luengas y anchas hojas de plátano, por lo demás se creería que su gravedad no llegase a veinte adarmes.
El sol iba ya retirándose, pero aún doraba las moharras de las lanzas, en la verja. Sentose Lucía por costumbre bajo el plátano, que, pelado por el invierno, ya se había quedado sin una mala hoja con que dar sombra.
Y la voz sorda de Lucía expiró en su garganta. Zumbábanle los oídos y giraban en torno suyo verja, paredes, plátano y yucas. Hay así en la vida momentos supremos en que el sentimiento, oculto largas horas, se levanta rugiente, y avasallador, y se proclama dueño de un alma.
Como ya eran bastantes, pues los náufragos no podían cargar con un peso excesivo, abandonaron la harina sobrante a los pájaros. Por la noche los panes, ya perfectamente secos, fueron envueltos en hojas de plátano, que los conservan muy bien, y amontonados bajo el cobertizo. Tenemos para un mes dijo el Capitán . Mañana nos podremos poner en camino, sin miedo de pasar hambre.
Palabra del Dia
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