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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Pasó después a imitar los maestros venecianos... luego la escuela flamenca y holandesa que tanto se aproxima a la naturaleza... después pintó la naturaleza, misma... ¡Este fue el último crimen, porque sus obras, que nunca fueron buenas, concluyeron por ser aborrecibles!
Poseía un sólido bienestar; ella, su marido y sus hijos satisfacían plenamente sus necesidades, y de añadidura tenían buenos ahorros, un establecimiento de primer orden, y además, como perspectiva risueña, la hermosa finca de Pinto, con otras riquezas que el viejo guardaba.
Por mor de eso, y pa ayuda de males, nos pegaron aquella troncá esta mañana en el Cabildo.... ¡Y pa eso le citan á uno y le sacan de casa!... ¡Tiña, si me hubiera dejao llevar de mi genio!... Decir á Dios que con el platal que ha entrao en fondo en too lo que va de año no ha de haber quedao pa hacer un reparto, por ver de pasar un par de días, pinto el caso, en que no se pué salir á la mar, ni se gana pa un amoderao siquiera.... ¡Tiña, y que entoavía le han de pedir á uno el real que necesita pa no morirse de hambre!
Al parecer, hablaban de pintura. Cecilia y Gonzalo, que charlaban aparte, la oyeron decir: ¡Oh, Rubens! ¡Qué modo de pintar la carne! Rubens es el Cervantes de la pintura. Gonzalo volvió la cabeza como si le hubieran pinchado. Y una viva sorpresa se pintó en su rostro. Chica, ¿dónde ha aprendido mi mujer estas cosas? dijo en seguida a su cuñada. Esta se encogió de hombros.
El cual, vuelto enseguida hacia el retablo y después de persignarse con gran unción y parsimonia, cruzó las manos sobre el palo pinto y comenzó a rezar en voz muy alta por el alma de su padre.
Elena concluyó por impacientarse y dar puntapiés a su marido por debajo de la mesa. Pero otra desazón más grave la aguardaba. Fue a beber el burdeos y estaba frío. La consternación se pintó en su rostro. ¿Cómo no ha templado usted el vino, Inocencio? Dispense la señora, pero se lo he encargado a la Dolores y había quedado en hacerlo respondió confuso el criado. A ver, llamar a la Dolores.
Encontré a Domingo muy abatido y la más viva expresión de pena se pintó en su rostro cuando me permití dirigirle algunas preguntas acerca de la salud de su amigo. Creo inútil engañarle a usted me dijo. Tarde o temprano será conocida la verdad de una catástrofe muy fácil de prever y, desgraciadamente, inevitable. Y me entregó la carta misma de Oliverio. «Orsel noviembre de 18...
Ni para confiarlos, ni para decir las penas y los sentimientos que estos sucesos han causado en mi alma, he encontrado un amigo a propósito hasta que hará cerca de veinte días te encontré en casa de la señora de Pinto. Mi alegría fue grande al verte de nuevo.
¡Eh! gritó la Renca . Tú, la Pinta, que este señorito te convida. La Pinta, ruborizada, se excusó. La Piernavieja insistió en balde. Y eso de la Pinta, ¿es mote? pregunté. Quia; es su verdadero nombre. Se llama así, Angustias Pinto. También es capricho conservar la filiación natural en este negocio. Es una simple que no sirve pal caso.
Llegó por último la hora de partir, sin que Rafaela cediese, sin que al menos diese esperanza. Vio Rafaela al Barón de Castell-Bourdac y le encargó que fuese a buscar su abrigo. Se despidió luego de la Sra. de Pinto, y, siempre del brazo del Vizconde, se dirigió a la antesala.
Palabra del Dia
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