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Actualizado: 26 de junio de 2025
Me acerco muy despacito.... El ruido seguía, dale que tienes. Me acerco más.... Ya no me cabe duda de que hay allí escondida una pieza. Armo..., apunto..., disparo.... ¡Pum, pum!... ¿Y qué creerá usted que maté, señor canónigo?». «¿Cómo demonios lo he de saber?
No se indica el lugar, en que se imprimió: letra gótica. Comedia nuevamente compuesta, llamada Serafina. Esta pieza, escrita en prosa, va impresa con otra en verso titulada La Hipólita. Valencia, por Jorge Costilla, 1521. Son las siguientes: comedia llamada Orfea, dirigida al muy ilustre y magnífico Sr.
Ella, la buena pieza, palidecía de rabia, tal vez porque no podía atrapar de nuevo a su Rafael, porque éste, cansado de inmundicia, la abandonaba para siempre. ¡Ah, la perdida! ¡la ramera!
Garabato, con rápidos movimientos de mano, cambiaba la posición de la banda de seda. En unas vueltas la faja se arrollaba doblada, en otras completamente abierta, y toda ella ajustábase al talle del matador, lisa y como de una pieza, sin arrugas ni salientes.
Sí, tía respondió Rafael , y Stein de cancón es una pieza compuesta expresamente para ambos. ¡Tales cosas! exclamó la buena señora. Madre, ¿no echáis de ver que Rafael se está chanceando, según su loable e inveterada costumbre? dijo la condesa.
A la conclusión aparece la Tragedia, que ya ha recitado el prólogo; explica la moral de la pieza, y ruega á los espectadores que la aplaudan.
Qué elasticidad de movimientos, qué vertiginosa rapidez, la que el tendero de aquel tiempo desplegaba para medir sobre la vara, el lote vendido, dejándolo amontonarse ampulosamente sobre el mostrador con elegante negligencia, acariciando el género con los dedos, llevándolo a los ojos de la compradora, poniéndoselo en la mano, refregándolo para justificar la falta absoluta de goma y otras añagazas de fábrica, y hasta trayendo el único vaso de la trastienda lleno de agua para ensopar en él el extremo de la pieza de muselina y justificar la tinta indeleble de la tela.
Así que hubo terminado la pieza y bajado el violín, se inclinó de nuevo ante el squire y ante el pastor, diciendo: Espero que veo a vuestro honor y vuestra reverencia en buena salud; os deseo larga vida y un buen y feliz año nuevo. Y a vos igualmente, señor Lammeter, y a los demás señores y a las damas y a los jóvenes.
Mi padre, como autor dramático, suponía que cada persona es víctima de una pasión, necesariamente; si no el amor, el odio; si no el odio, la envidia; si no, la cólera; si no, la avaricia. Concebía a los hombres como muñecos de una pieza con un solo resorte, y los dividía en nobles, indiferentes y viles, según la pasión dominante.
Y cubrí con la sábana la cara del pobre muerto; el semblante de Burton Blair, el hombre que, durante los últimos cinco años, había sido uno de los misterios de Londres. La pieza en que estábamos era un pequeño dormitorio, bien amueblado, del Queen's Hotel, de Manchester.
Palabra del Dia
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