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Allí estaba toda la taifa picaresca, comiendo, bebiendo, cantando y entregándose á desahogos no muy honestos, cuando fué cercado el ventorrillo por gran número de alguaciles que llevaban á la cabeza nada menos que al Asistente de Sevilla, don Pedro Carrillo de Mendoza, conde de Priego.

Como quiera que fuese, toda persona delicada y noblemente orgullosa no repara en las bajezas y bellaquerías del vulgo de los mortales y en la utilidad que proporcionan: no acepta jamás, sino en sentido irónico y de burla, la picaresca sentencia de la fábula: "Tómelo por su vida: considere Que otro lo comerá, si no lo quiere."

De tarde en tarde llegaban vagas noticias que hacían palidecer de rabia a la noble señora. Unas veces la veían en París, otras en Madrid, llevando una vida de cocotte elegante. Cambiaba con frecuencia de protectores, pues los atraía a docenas con su gracia picaresca.

Este era el tono de todos los corrillos y de todas las conversaciones, hasta que, por último, para salir de dudas, se resolvió mandar á Lucban, de riguroso incógnito, á una picaresca y lista mestiza, que era quien las capitaneaba.

Y separándose un poco, para ver el efecto de su malicia, miró al beneficiado con ojos llenos de picaresca intención, mientras los carrillos cárdenos e hinchados delataban un buche de risa, próxima a derramarse por las comisuras de los labios. Puede ser contestó don Custodio, subrayando las palabras, para darse por enterado de la intención del otro.

La condesa, con la sonrisa en los labios y los ojos medio cerrados, le miraba por entre sus negras y largas pestañas con expresión picaresca. Después que hubo cesado, Octavio se dirigió á ella, apretó su mano un poco más que de costumbre y se despidió hasta el día siguiente.

Al desembocar el ya crecido ejército en la plaza de las Peñuelas, centro del barrio, agregose una chiquillería formidable. Eran los dos nietos de la Tía Gordita, los cuatro hijos de Ponce el buñolero, las del sacamuelas y otros muchos. Mayor variedad de aspecto y de fachas en la unidad de la inocencia picaresca no se ha visto jamás.

De la misma edad que Manuela tenían los duques una hija tan graciosa, picaresca y bonita, que parecía un modelo de Goya, y tan buena, que en limosnas y socorros gastaba mucho de lo que sus padres le daban para galas y alfileres.

En Carriazo vió el mundo un pícaro virtuoso, limpio, bien criado y más que medianamente discreto. Pasó por todos los grados de pícaro, hasta que se graduó de maestro en las almadrabas de Zahara, donde es el finibusterræ de la picaresca.

¿Y Lina? preguntó don Jacobo con su clásica sonrisa. Moreno de Calaveras ensayó una mirada picaresca para ocultar su embarazo, mas su débil fisonomía y su inteligencia turbada por el alcohol, carecían ya de expresión, y exclamó: ¡El diablo me lleve! ¡Qué caramba! Un hombre debe tener un poco de libertad. En fin, ¿qué te parece si hiciéramos una partidita? Voy a perder o doblar este puñado de oro.