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Actualizado: 22 de junio de 2025


La del viejo dice: ¡si la vejez pudiera! Y la del jóven: ¡si supiera la juventud! Es una moralidad picaresca, punzante, pero oportuna, graciosa, habilísima: la moralidad del pueblo francés; el golpe mágico del palaustre. A su tiempo hablaré á mis lectores de una fábrica de tapicerías, titulada de los Gibelinos, la primera que existe en el mundo.

A lo que más se asemejaba era a las figuras de grandes damas que adornaban algunas novelas de las que él solía leer en sus ratos de ocio. Doña Frasquita fue en sus buenos tiempos una real moza; varias criadas que logró conquistar le dejaron recuerdos de índole picaresca; pero jamás soñó, en sus largos monólogos de estanquero aburrido, tener tan cerca de una señora como aquélla.

Y ese obstáculo me dijo con picaresca sonrisa, lo ha suprimido Vuestra Majestad. Llevaré gustosa estas flores a la Princesa. ¿Quiere Vuestra Majestad que le diga lo primero que Su Alteza hará con ellas? Nos hallábamos en una amplia terraza inmediata al palacio. ¡Señora! llamó alegremente la Condesa, y a su vez apareció Flavia en uno de los abiertos balcones del primer piso.

El buen parisiense no la quita ojo, y la buena francesa del Mediodía le manda tambien de cuando en cuando alguna miradilla furtiva, picaresca, como robada.

Y así preparaba las elecciones, buscando votos para un porvenir lejano, según frase picaresca de D. Cayetano Ripamilán, siempre dispuesto a perdonar esta clase de extravíos. La tertulia de la Marquesa veía el cielo abierto en cuanto el tiempo se metía en agua.

Su facha denunciaba su profesión militar y su natural hidalgo; tenía bigote blanco y marcial arrogancia, continente reposado, ojos vivos, sonrisa entre picaresca y bondadosa; vestía con mucho esmero y limpieza, y su palabra era sumamente instructiva, porque había viajado y servido en Cuba y en Filipinas; había tenido muchas aventuras y visto muchas y muy extrañas cosas.

Picaresca es en cierto modo La Regenta, lo que no excluye de ella la seriedad, en el fondo y en la forma, ni la descripción acertada de los más graves estados del alma humana. Y al propio tiempo, ¡qué feliz aleación de las bromas y las veras, fundidas juntas en el crisol de una lengua que no tiene semejante en la expresión equívoca ni en la gravedad socarrona!

Las horas que le dejaban libres el aula y los libros que eran casi todas, las pasaba entre requiebros, cañas y jolgorios. Jamás estudiante alguno ha corrido la calle de la Luna, llevando con más gracia la recortada torera; jamás pirata callejero, ha sabido mejor poner facha y dar caza á la picaresca y alegre modista; jamás ha entrado en casa de Botín joven alguno tan rumboso como Ródenas.

Tomola este por una de las infinitas personas, de aspecto decente, que iba a pedir limosna a la marquesa, y le dijo: «¡Qué bonita es usted, prenda!». Puede juzgarse cómo estaría su espíritu, cuando este ultraje apenas le hizo impresión. En el portal estaba Alonso y un hombre muy gordo, el cual al pasar la miró con atención picaresca. Ambos le hicieron un frío saludo.

Cuantos hechos, anécdotas y casos refiere el autor incógnito para rebajar y humillar á los jesuítas del día, tienen traza de verdaderos y dejan harto mal parados á los Padres. Referidos con notable primor de estilo, desenfado y gracia, entretienen tanto ó más que una novela picaresca.

Palabra del Dia

rigoleto

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