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¡Casarse él, vusté!... memo, más que memo, ¡casarse! exclamó . Si la señorita dice que vusté no se puede casar... , se lo decía a doña Silvia la otra noche. La indignación que sintió Maximiliano al oír este concepto fue tan viva, que de manifestarse en hechos habría ocurrido una catástrofe. Porque tal ultraje no podía contestarse sino agarrando a Papitos por el pescuezo y estrangulándola.

Del potrero aburridor a la libertad presente, había infinita distancia. Más por infinita que fuera, los caballos pretendían prolongarla aún, y así, después de observar con perezosa atención los alrededores, quitáronse mutuamente la caspa del pescuezo, y en mansa felicidad prosiguieron su aventura. El día, en verdad, favorecía tal estado de alma.

Lo peor del caso es que aun después de hallarse la familia con el agua al pescuezo, todavía la tarasca aquella tan fashionable encargaba vestidos á París, invitaba a sus amigas para un five o'clock tea, ó imaginaba cualquier otra majadería por el estilo.

Al verle con aquella enfermedad tan mala, que era, según ella, una reventazón del talento en la cabeza, la tía roma no tenía sosiego: iba mañana y tarde á enterarse; penetraba en la alcoba del chico, y permanecía largo rato sentada junto al lecho, mirándole silenciosa, sus ojos como dos fuentes inagotables que inundaban de lágrimas los flácidos pergaminos de la cara y pescuezo.

Si ocurre una desgracia, yo no me paro en pelillos; la pincho como a una rata, la araño y le retuerzo el pescuezo. Lo haría yo en un arrebato de locura y no sería responsable. No serías replicó Juana ; pero te tendrían por loca y te encerrarían en el manoscomio, monomomio o como se llame; yo me moriría de pena de verte allí.

Así, con ese paso, llegaba a la puerta de la clase, se paraba en su umbral, tomaba una posición de contradanza, miraba al centro, apuntando en el rostro una franca sonrisa; en seguida, como un muñeco de cuerda, movía el pescuezo, y con el cuerpo hacia la izquierda, distribuía su sonrisa en esa dirección para repetir después la misma operación y derramar su tercer sonrisa sobre la derecha.

Pensaba la niña irse de paseo, ansiosa de ver jardines, arboledas, carruajes, gente elegante, y su peinadora le dijo que se fuera al Retiro, donde vería estas cosas, y todas las fieras del mundo, y además cisnes, que son, una comparanza, gansos de pescuezo largo.

Como en nuestra moderna edad, tan pronto demasiado enfatuada como descontenta de misma, se ha convenido en que sólo lo antiguo es bueno, Miquis, que hacía el papel de artista magistralmente, empezó a manifestar esa admiración lela de viajero entusiasta, y a lanzar exclamaciones, y a torcerse el pescuezo para mirar el techo, quedándose una buena pieza de tiempo con la boca abierta.

El dependiente tenía un grano en el pescuezo, que no le dejaba mover la cabeza, y usaba onda pegada sobre la frente con goma de membrillo. ¡Qué asco dan estas ondas engomadas!

Era un tabernero de las Ventas, gallego, de recia musculatura, corto de pescuezo y rubicundo de color, que había hecho una pequeña fortuna en su tienda, donde bailaban los domingos criadas y soldados. No tenía mas que un hijo, y este muchacho, pequeño de cuerpo y de contextura débil, estaba destinado por su padre a ser una de las grandes figuras de la tauromaquia.