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Actualizado: 17 de julio de 2025
Amén añadió el pescador de marras, presentándose en la sala con una gran jarra de aguardiente y un vaso en una mano, un plato lleno de queso en la otra, y un guardia civil ... ó pan de seis libras, debajo del brazo.
Es el Príncipe de los Apóstoles, el primero de todos los santos, el Pescador, Pedro, la piedra, el cimiento, la cabeza de la Iglesia. Mucho hay que decir de él, muchísimo; pero el mismo santo nos lo estorba, porque frunce el ceño, adelanta un paso, empuña la llave, da vuelta... ¡charrás! y nos cierra este capítulo. En las escuelas. Suspenso. Suspenso. Suspenso. Suspenso.
Pero es el caso que el glorioso progenitor de éste, Pepe el de la Pepaina, como le llamaban en la población, para distinguirle de los otros muchos Pepes que había, pescador de oficio y un bruto muy pacífico, que hablaría sobre tres docenas de palabras por semana, al contemplar a su hijo en aquel estado, comenzó a vociferar en el atrio de la iglesia como un energúmeno.
La sardinera, al oir á su marido, rompió á llorar á todo trapo; sus hijos la siguieron en el mismo tono. ¡Á ver si vos calláis con mil demonios! exclamó el pescador con visible emoción. Y tú añadió dirigiéndose á su mujer, ya sabes lo que se va á hacer. Estas criaturas se vienen ahora mesmo conmigo, y se las dejo á mi madre al tiempo de bajar. Allí se estarán con ella hasta que yo güelva.
De este matrimonio nació el Tuerto de la buhardilla, quien al lado de su padre aprendió á tirar del remo, á aparejar sereña, á ser, en fin, un buen pescador.
Tío Pedro dijo al pescador después de aquel perentorio rechazo : ¿sabe usted que me tiemblan las carnes? ¿Qué dirá Rosita? ¿Qué dirá el padre cura? ¿Qué dirá todo el pueblo? ¿No podría usted hallar medio de convencerla? ¡Si no quiere!, ¿qué le hago? respondió el pescador.
Rosa, que no podía desconocer la admirable aptitud de Marisalada, impuso silencio a sus antiguos resentimientos, en obsequio del mes de María, y pensó en aprovecharse de la mediación de don Modesto, para que la hija del pescador tomase parte en aquel coro virginal. Don Modesto agarró el bastón y se puso en marcha.
Un momento dijo el desconocido , ¿jura usted por el santo nombre de Dios y por el mártir de la cruz decir la verdad? Lo juramos. Hable usted, pues, señora. Habla tú dijo al pescador.
¿Ónde está la carne? pregunta al cabo, con voz ronca, el pescador. La carne ... tartamudea su mujer, como ya estaba cerrada la tabla cuando fuí á buscarla, no la traje. ¡Mentira!... Yo te di ayer al mediodía dos reales y medio para comprarla, y la tabla no se cierra hasta las cuatro. ¿Ónde tienes el dinero?... ¿El dinero?...; el dinero ... en la faltriquera.
Entonces el pescador pareció recobrar las fuerzas y la agilidad de su juventud, para emplearlas en mejorar, asear y primorear su habitación. Despejó el pequeño desván, al que se retiró, dejando los cuartitos del segundo piso para sus hijos.
Palabra del Dia
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