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Actualizado: 17 de julio de 2025
De este matrimonio nació el Tuerto de la buhardilla, quien al lado de su padre aprendió á tirar del remo, á aparejar sereña, á ser, en fin, un buen pescador.
Por otro lado, la sólida casa del pescador, y aun del hombre de la clase media, suele ser baja y húmeda, incómoda, inconveniente para ciertas disposiciones. Muchas veces no sólo carece de doble y grueso techo, sino que tiene un sencillo envigado por donde penetra y sube á las habitaciones superiores el aire frío de los bajos.
Algunas rocas se asomaban tímidamente entre la arena, como para brindar con asientos y descanso en aquella tranquila orilla. A una de estas rocas estaba amarrada la barca del pescador, balanceándose al empuje de la marea, cual se impacienta el corcel que han sujetado.
¡Si no quiere! exclamó el pescador, levantándose precipitadamente y abriendo un arca de cedro, de la que sacó cantidad de prendas de vestir . Nada le falta; ¡cuanto tengo y puedo juntar, es para ella! María, hija, ¿te pondrás estas ropas? ¡Hazlo por Dios, Mariquilla!, ya ves que lo manda el médico.
Las ánades abundan de muy diferentes tamaños, encontrándose desde el pato real, negro y blanco con cabeza roja, hasta el pequeño y chillón, que habita en los manglares. El martín pescador y martín cazador, que se alimentan de peces é insectos.
En los primeros números, después de la llegada del magnate, El Joven, francamente hostil ya a él, se contentaba con ridiculizarle bajo nombres transparentes, como pintor y pescador, y hasta como hombre político, insinuando la idea de que el Duque era un personaje desprestigiado de Madrid, rechazado por la corte y sin influencia con el Gobierno.
Cesarina va allí muchas veces, y su cuñado, Luis de Vignet, el amigo de Alfonso, está casi siempre; hace versos y se los lee a las señoritas de la reunión; les ha leído también algunos, escritos por Alfonso, que han sido celebrados por la concurrencia: cuando se le interroga sobre su amigo, hace de él un elogio exagerado, le compara a cierto joven poeta inglés, cuyo nombre no recuerdo en este momento: únicamente sé que ha escrito poemas fantásticos que hoy gustan mucho, y les ha prometido presentar a su amigo cuando pasara por Chambery de regreso de Suiza: Alfonso se encontraba entonces en aquel país solo, y habitaba en la cabaña de un pescador a la orilla de un lago.
¡Qué cabezones son estos catalanes! dijo la tía María con viveza, y pasando por delante del pescador, se acercó a la enferma y añadió: Vamos, Marisalada, vamos, levántate, hija, para que este señor pueda examinarte. Marisalada no se movió. Vamos, criatura repitió la buena mujer ; verás cómo te va a curar como por ensalmo.
Stein refirió al duque sus campañas, sus desventuras, su llegada al convento, sus amores y su casamiento. El duque lo oyó con mucho interés, y la narración le inspiró deseo de conocer a Marisalada, al pescador y la cabaña que Stein estimaba en más que un espléndido palacio. Así es que en la primera salida que hizo, en compañía de su médico, se dirigió a la orilla del mar.
Más de una vez he notado que el pacífico pescador no agradecía mi presencia que turbaba sus ritos casi religiosos; no volviendo hacia mí la cabeza ni haciendo un gesto de impaciencia, he comprendido no obstante, su hostilidad, y, temeroso de excitar su ira, he pasado por detrás de él, marchando sobre la hierba y conteniendo hasta el aliento.
Palabra del Dia
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