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Actualizado: 12 de junio de 2025


Dice así el pasaje a que aludo: «Todo cambia, todo se renueva, y hay mil pequeñeces, una expresión, una prenda de vestir, una moda de tocado que denotan al punto la edad de la persona que las usa; y por más que el abate Delille la recomiende, me parece, por ejemplo, de mal gusto la costumbre de aplastar en el plato la cáscara de un huevo pasado por agua, costumbre calificada ya por el vizconde de Marenne, en su libro sobre la Elegancia, publicado hace años, de absurda y ridícula

Durante tres días el héroe no se ocupaba más que de reunir datos para escribir una memoria sobre el sangriento acontecimiento del día 16, y buscaba referencias, interrogaba a los testigos oculares, bebía en las mismas fuentes de la verdad histórica, perseguía detalles, frases, accidentes mil, y esas pequeñeces de que tanto jugo suele sacar la diligente Clio.

La montaña suele sonreír y consolar; la pampa llora con nosotros, pero llora como por un dolor gigante y solemne, arriba de nuestras pequeñeces humanas. ¡La montaña es forma, es color; da el placer de la pintura, de la estatuaria o de la arquitectura, concreto siempre; la pampa empapa el alma en la sensación vaga y profunda de la música, infinita, pero informe!... También se ama la llanura, también en ella, oh, poeta, echa su raíz vivaz y vigorosa el árbol de la libertad!...

La vieja condesa era una mujer de la misma madera que su hijo, alta, seca, huesuda, modelada como una tabla, plantada majestuosamente sobre dos grandes pies, morena hasta dar miedo a los niños, con una mueca aristocrática que parecía una sonrisa, y el pelo gris partido. Escuchó el relató de don Diego con la condescendencia rígida y desdeñosa de otras épocas para las pequeñeces de hoy.

Currita respiró ya tranquila, viendo cortada por completo, gracias a sus manejos, la larga cola que había profetizado Butrón a su nombramiento de camarera; su consecuencia política quedaba fuera de toda duda, produciendo, entre otros resultados, tres pequeñeces diversas: Una madre desolada. Un alma en el infierno. Y la moda de los guantes distintos.

Se ha dicho que ningun grande hombre le parecia grande á su ayuda de cámara; esto encierra mucha verdad. Y es que visto el hombre de cerca, se descubren las pequeñeces que le rebajan.

En que hasta hoy está siendo Santander la primera aldea de la provincia, por sus costumbres, por sus pasiones y por un sinnúmero de pequeñeces y de miserias.... ¿Está usted vengándose de ? Líbreme Dios de semejante tentación. Es que no veo yo un motivo para que de repente se cambien nuestras costumbres, como usted lo asegura.

No era aquello por cierto un manual de trozos selectos, y en más de un ditirambo a la Montaña, o al Magdalena, la ortografía se cubría el rostro en su abandono, cuando no era el sentido común... Pero el dueño de Consuelo no se fija en esas pequeñeces; tiene su álbum y eso le basta. El trayecto entre Consuelo y Bodegas me fue tan duro como los peores momentos de la subida.

Después de haber presidido al cúmulo de pequeñeces indispensables, al lado de las cuales nada es un corazón recto, un alma noble, ni aun una buena figura; es decir, después de haberse proporcionado unos cuantos fraques y cadenas, pantalones colán y mi-colán, reloj, sortijas y media docena de onzas siempre en el bolsillo, primeras virtudes en sociedad, introdújelo por fin en las casas de mejor tono.

Yo no me paro en pequeñeces dijo don Santiago Fernández , y aunque tolero un apodo honroso, no consiento que nadie se burle de . A fe, a fe que cuando uno ha servido en las milicias del Rey por espacio de veinte años; cuando uno ha estado en la campaña de Portugal; cuando uno ha tenido también el honor de encontrarse en la expedición de Argel que mandó el Sr.

Palabra del Dia

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