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Es el amor con que sueña la juventud; que enciende el corazón sin consumirlo; que inunda nuestro espíritu de luz y de armonía, y penetra, cual bálsamo dulcísimo, por todos los poros del cuerpo. ¡Está usted elocuente! dijo la condesa mirando con sorpresa al joven, que daba muestras de hallarse conmovido.

Muchas veces, en mi camarote, navegando por el Atlántico o por el mar de las Indias, al pensar en Lúzaro sentía el recuerdo intenso de un monte, de una peña, de un hayal. Veía con la imaginación levantarse Lúzaro sobre el mar, con el río que penetra por su flanco, y veía los montes a un lado y a otro llenos de maizales y de robles.

De ello proviene también algo de muy lamentable ó de muy risible, según el humor con que se considere: un divorcio casi completo entre lo literario y lo ameno ó interesante, sobre todo en el teatro, que es por donde el vulgo, que apenas lee, penetra en el santuario de las letras.

Segismundo desembarca en las costas de Chipre á causa de una tempestad, y penetra por un subterráneo en el palacio de Diana, y la ve y se enamora; pero el triste resultado de su desafío anterior, y la circunstancia de que la mano de Diana ha de ser el premio de su propia muerte, le obligan á ocultar su nombre y á hacerse pasar por Rugero, príncipe de Creta.

Un sucio reguero separa ambos grupos de vertebrados mamíferos, pero el aire respirable es común á todos; y ni este aire que penetra por estrechos tragaluces puede renovarse durante semanas enteras, por las nieves que cubren el terreno. Hay que abrir especie de chimeneas, por las cuales baja únicamente un lívido reflejo de luz. En esas cuevas el día parece una noche del polo.

En la India hay desde muy antiguo, según he oído decir, místicos tan profundos como los de Alemania. Además, en todos los países, ha de haber habido pensadores y poetas que imaginaran y expresaran que se podía penetrar y subir con el amor a donde nunca sube y penetra el raciocinio por sutil y elevado que sea. No quiero discutir.

En este momento se abre con violencia la puerta de la sala y penetra en ella una obesa persona del sexo femenino. Hijo de mi alma, ¿no te has levantado? No ha venido Ramona á llamarte, ¿verdad? ¡Jesús, qué mujer! ¿Dónde tendrá el sentido? ¡Dios me paciencia para sufrirla!... Pues ahora ya no es tiempo. Acaban de pasar á escape por la plaza. La culpa es mía, mamá. Ramona me ha llamado á la hora.

Lo escrito infunde o impone, por el contrario, casi inevitable seriedad. Contestar de palabra, dejar entrever de palabra algún átomo, rayo o vislumbre de esperanza, apenas compromete. La palabra es vaga, punto menos que espiritual; pasa por el aire y penetra en el oído sin dejar el menor rastro. Hasta en la memoria se borra y queda confusa.

, eso, convencerme de que había sobrevenido, para ustedes dos, la pasión ideal; que usted le daría efectivamente esa dicha que sólo se realiza para una muchacha entre miles que la hemos soñado y la estamos soñando con el mismo deseo, con la misma ternura... En fin, usted penetra en las almas con tanta fineza... Yo porqué se queda callado. Me hace gracia.

Por ella no pueden subir carruajes, ni caballerías, ni cardíacos. Soledad, soledad. El sol no penetra por esta angostura, que parece un intestino aquejado de estreñimiento. Ahora tañen las campanas de la catedral y nos atruenan.