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Actualizado: 18 de junio de 2025


En cuanto entré en la sala vi, en primera fila, a Luciana con su madre, y su vista me hizo daño a pesar de la sonrisa afectuosa que me dirigió... ¡Pobre muchacha! No lejos de ella estaba Sofía Jansien gesticulando y agitando un alto penacho multicolor. ¡De qué buena gana los hubiera puesto en la puerta, a ella y su penacho!

Turbada, perdí mi calma, se estremeció el corazón, y una celeste ilusión me abrasó de amor el aúna. Me pareció que te vía en la oscuridad profunda, que a la luna moribunda tu penacho descubría. Me figuré verte allí con melancólica frente, suspirando tristemente tal vez, Manrique, por . No me engañaba... un temblor me sobrecogió un instante... era sin duda mi amante, era ¡ay Dios! mi trovador.

En medio de la tropa, jinete en un caballo bayo, avanzaba muy erguido un oficial de edad provecta, peluca blanca y con un sombrero de picos con galón de oro, el cuerpo cruzado por una banda amarilla y el pecho cubierto de cintajos. Cuando dicho personaje alzaba la cabeza, el pico del sombrero, coronado por un penacho de plumas negras, hacía las veces de visera.

, ciertamente; pero entretanto ¿qué noticias tiene usted de España? ¡Ah, diablo! ¿será verdad como creo haber leído esta mañana en la Revista de Ambos Mundos, que el joven duque de Villa Hermosa le propone á usted la terminación amistosa del pleito por medio de un casamiento? La señorita de Porhoet sacudió con un gesto desdeñoso el penacho de cintas ajadas que flotaba sobre su cofia.

Allí, cerca de una hacienda, frente por frente de una aldea salinera, entre cuyos montículos estériles yergue una pobre palma, mísera desterrada de fecundo suelo, su empolvado penacho, había un sitio que hasta en lo más crudo del invierno hacía gala de sus hierbajes verdes. Era mi sitio predilecto.

¿No ves un penacho de humo sobre una mancha negra? ¡Ajáa! Ahorita le guipé... Y ¿no veis más acá unas motitas blancas, como triangulitos de papel? que las veo, respondió Nieves. Pues son lanchas de pescar. ¡Tan allá? ¡Yo lo creo! Y ¿de dónde son?

Añadid á todo eso los silbidos de la locomotiva de algun vapor que atraviesa el lago, despertando los ecos de aquellos senos de granito y proyectando entre el cielo y las ondas su blanquísimo penacho de humo, y tendreis el cuadro completo que estimulaba nuestra admiracion.

Su agudo cimborio es el yelmo, y el gallo de la veleta le sirve de cimera y de penacho. En el interior de tan ruda fábrica hállanse todas las delicadezas del sentimiento.

Pero al otro lado es donde se nos va el corazón, porque allí están, al pie de la torre, como los retoños del plátano alrededor del tronco, los pabellones famosos de nuestras tierras de América, elegantes y ligeros como un guerrero indio: el de Bolivia como el casco, el de México como el cinturón, el de la Argentina como el penacho de colores: ¡parece que la miran como los hijos al gigante! ¡Es bueno tener sangre nueva, sangre de pueblos que trabajan!

Con un casquete que guardo del año pasado y las cintas aquellas de terciopelo... No me faltan más que un penacho y un marabout de novedad que le pondré al lado derecho, así...». A principios de Mayo, Rosalía tuvo que sustraerse, no sin pena, a aquel delicioso trabajo. El médico había ordenado que Isabelita fuera sacada a paseo todas las mañanas.

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