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Actualizado: 19 de septiembre de 2025
¡Madre, madre, sálvame...! ¡Madre, escúchame! sollozaba Elena con la frente apoyada en el altar de la Virgen, mientras apretaba con mano crispada el pomo fatal que guardaba en el pecho. El templo quedó otra vez en silencio. Cuando Elena volvió de su éxtasis observó que el pelotón de niños salía por la puerta rodeando como antes a su marido.
Necesito que, mientras toda la atencion de la ciudad está en diferentes puntos, usted á la cabeza de un peloton fuerze las puertas del convento de Santa Clara y saque de allí á una persona que usted, fuera de mí y de Capitan Tiago, solo puede reconocer... Usted no corre peligro alguno. ¡María Clara! exclamó el joven.
Fui lanzado del asiento a una distancia de seis varas lo menos; pero no recibí daño alguno, según pude colegir después de tentarme todos los miembros. El criado, tampoco. Acudió un pelotón de gente en nuestro socorro, y cuando nos vieron salvos y se enteraron de lo que había hecho, principiaron las bromitas y la risa. Creí que el conde lo iba a tomar a mala parte; pero también le dio por reír.
También el pelotón de la Guardia Rural al mando del sargento Rizo y el cabo Fifí, prestó excelentes servicios, demostrando una resistencia y un valor extraordinarios. Hacía dos días que nos encontrábamos acampados en Guayabal de Yateras, célebre por sus indios y su café.
Su pobreza no les permitía ser caballistas como otros que cabalgaban en pelotón, llevando en la grupa de sus fuertes jacas dos fardos enormes de tabaco y en la perilla de la montura la escopeta repleta de postas para pasar a la brava el contrabando.
¿Por qué me miráis de ese modo? exclamó volviéndose de pronto. Y al decir esto se puso fuertemente colorada. Doña Paula y Venturita soltaron una carcajada. El pelotón de espectadores corrió por las calles en dirección al muelle.
Un pelotón de jinetes marchará delante para que se alejen los curiosos, si es que verdaderamente queda alguno. Además van con ellos numerosos trompeteros, que anunciarán ruidosamente el paso de usted para evitar accidentes. Cuando se sienta cansado, puede hacer una seña á la escolta y volverse á casa. Usted sabe el camino. El Gentleman-Montaña se extrañó de estas palabras.
De pronto, como si se le ocurriese una idea súbita, exclamó: ¡Amigos míos, armad vuestras carabinas!... ¡Fuego sobre ese tabique! Lo que había decidido sobre todo a Santiago a esta maniobra, es que encontrándose necesariamente detrás de su tropa, se vería libre del primer choque de la salida que podrían intentar los sitiados. ¡Fuego! ¡y que el Cielo nos ayude! repitió empujando a su pelotón.
Este pelotón de voluntarios se portó bizarramente en la sangrienta jornada de Jemmaques, donde el general Dumouriez se cubrió de gloria.
¡Atrás, niñas! dijo doña Manuela a sus hijas . ¡Atrás, que vienen esos brutos! Los brutos eran los de la degòlla: un pelotón de gañanes con la cara tiznada, gabanes de arpillera con furias pintadas, y coronados de hierba, que cerraban la marcha, repartiendo zurriagazos entre los curiosos que ocupaban la primera fila con sus garrotes de lienzo, más ruidosos que ofensivos.
Palabra del Dia
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