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Así saldrá usted pronto de aquí; le perderé de vista, que bien lo necesito; porque usted, apreciable niño, ya iba resaltándome pesado con sus asiduidades de adorador y su muda admiración de pegajoso. Allá en Madrid se curará de tales tonterías... No me diga usted que no; no haga juramentos. ¡Si sabré lo que son los jóvenes! Usted es igual que todos.

Y mientras atravesaban el Mercado con pasos tímidos, resbalando en el barro pegajoso que cubría las losas, el joven oía a Tónica con la falsa atención del cómico en la escena, que finge escuchar mientras piensa en lo que va a decir. Juanito se indignaba sin saber por qué. ¡Qué manera de explotar aquellas señoras a la pobre Tónica! ¡Era insufrible!

Era su carrera desatinada, obscuro el camino, húmedo y hasta pegajoso, y cruzábanse á cada paso con bandadas de diminutas alimañas, que á tientas les pinchaban y mordían.

«Porque usted dijo Pez volviendo a su tema quejumbrón tendrá al fin que echarme de su casa... tan pegajoso e impertinente soy».

La tenacidad de estas resistencias, que preveía, pudo apreciarla al siguiente día, cuando misia Gregoria, contra su costumbre, la habló acremente de aquella larga conversación, que olía a temporada, con el renacuajo. ¿A qué tanto palique? ¿qué le había dicho? Si él se hizo el pegajoso, como mal educado que era, haberle plantado.

Pues bien: figúratele ya en Peleches con esas intenciones y muy pagado de lo mucho que se le desea; y considérame a con las manos atadas por los respetos que tengo que guardar a los proyectos consentidos y ensalzados por ti. Con todo esto y lo pegajoso y azucarado que él es, no hay remedio, papá: o tiene que darme a muy malos ratos, o tengo que dárselos yo a él peores.

A pesar del ambiente húmedo, un moscardón de zumbido pegajoso cruzó varias veces sobre los dos visitantes. Balas dijo lacónicamente el oficial. Desnoyers había hundido un poco su cabeza entre los hombros. Conocía perfectamente este ruido de insecto. El senador marchó más aprisa: ya no sentía cansancio.

El Magistral no menos dulce, suave y pegajoso, recibía con placer aquel incienso, detrás del cual habría tantas talegas. Señora... con mil amores... si pudiera... pero... tengo que hacer, a las siete he de estar.... Oh, no, no valen disculpas.... Ayúdeme usted, Marquesa, ayúdeme usted a convencer a este pícaro. La Marquesa ayudó, pero fue inútil.

Relucían las peñas y los troncos y los bardales y los suelos por todas partes, eso , y se sentía un frío húmedo y pegajoso que llegaba hasta los huesos; pero estaba risueña y en calma la Naturaleza, y esto levantaba mucho los ánimos.

Desde el primer momento este joven avejentado, gritón, charlatán, maltrecho de traje y no limpio de persona, con nariz como pico de ave carnicera, pegajoso bigote, dudosas uñas y marcado olor a tabaco y cerveza, inspiró a Beatriz la más profunda antipatía.