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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Si llevaban más de un año encerrados en el Acuario, enfermaban de tristeza y roían sus patas hasta matarse. ¡Ah, bandidos simpáticos y vigorosos! continuó, con un entusiasmo histérico . ¡Los adoro! Quisiera tenerlos en mi casa, como se tienen los peces dorados, en un bocal; darles de comer á todas horas; ver cómo devoran...

Le gustaba también a este viejo embromar a la gente: decía que nada gustaba tanto a las nutrias como un periódico con buenas noticias, y aseguraba que si se dejaba un papel a la orilla del río, estos animales salen a leerlo; contaba historias extraordinarias de la inteligencia de los salmones y de otros peces.

En manos de nuestros sabios, Coste, Pouchet, etc., esta práctica se ha convertido en ciencia, llegando á descubrirse, entre otras cosas, las relaciones regulares del mar y del agua dulce; esto es, los hábitos de algunos peces de mar que pasan á nuestros ríos en ciertas estaciones del año.

5 Y te dejaré en el desierto, a ti y a todos los peces de tus ríos; sobre la faz del campo caerás; no serás recogido, ni serás juntado; a las bestias de la tierra y a las aves del cielo te he dado por comida. 6 Y sabrán todos los moradores de Egipto que yo [soy] el SE

A las diez habían perdido de vista la tierra; únicamente se veían por la parte de popa las velas lejanas de otras barcas, como aletas de peces blancos. ¡Pero Antonio! exclamó el compadre . ¿Es que vamos a Orán? Cuando la pesca no quiere presentarse, lo mismo da aquí que más adentro. Viró Antonio, y la barca comenzó a correr bordadas, pero sin dirigirse a tierra.

Se me han colado en el despacho los cuatro peces más gordos que tiene Madrid ... ¡cuatro tiburones!... ¿Cómo va de ese reuma, Urreta? Me parece que usted también necesita una buena carena como yo.... Y , Manuel, ¿cuándo piensas reventar?... Ya ves que a tu sobrino le corre mucha prisa.

Sabía cazar los peces a tiros; ponía lazos a las nutrias en la cueva de Amaviturrieta, que se hunde en el suelo y está a medias llena de agua; echaba las redes en Ocin beltz, el agujero negro en donde el río se embalsa; pero no empleaba nunca la dinamita porque, aunque vagamente, Tellagorri amaba la Naturaleza y no quería empobrecerla.

Las olas pasarían sobre nuestra cabeza y nos vendrían a contar lo que sucedía en el mundo... Esos peces blancos y azules que los marineros pescan con los anzuelos vendrían silenciosamente a visitarnos y nos permitirían pasar la mano por sus escamas de plata... Las algas se enredarían a nuestros pies, formando cojines blandos, y cuando el sol saliera le veríamos al través del cristal del agua más grande y más hermoso, filtrando sus rayos de mil colores por ella y deslumbrándonos con su esplendor... Di, ¿no te gusta?

Ulises, al llegar á los estanques de los peces, experimentaba una sensación igual á la del viajero que luego de vivir entre una humanidad inferior tropieza con seres que casi son de su raza. Allí estaba la aristocracia oceánica, el pez, libre como el mar, suelto, onduloso y resbaladizo lo mismo que la ola.

Suponiendo, por un instante, que todos los demás diputados fuesen tan hábiles, tan mañosos, tan felices y tan píos como el de que hablamos, el Gobierno tendría que hacer el milagro de pan y peces, en inmensa escala, o tendría que producir un déficit, al cabo del año, de diecinueve veces el valor de todos los recursos y rentas del Estado, en el año mismo.

Palabra del Dia

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