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Actualizado: 20 de julio de 2025


278 Pero en ese punto mesmo sentí que por las costillas un sable me hacía cosquillas y la sangre me heló; dende ese momento yo me salí de mis casillas. 279 Di para atrás unos pasos hasta que pude hacer pie; por delante me lo eché de punta y tajos a un criollo; metió la pata en un hoyo, y yo al hoyo lo mandé.

Permanecieron detenidos mucho tiempo para dejar pasar al largo cortejo. ¡Mala pata! murmuró Gallardo con voz temblona de cólera . ¿A quién se le ocurre traer un entierro por el camino de la plaza?... ¡Mardita sea! ¡Cuando digo que hoy pasa argo! El Nacional sonrió, encogiéndose de hombros. Superstisiones y fanatismos... Dios u la Naturaleza no se ocupan de esas cosas.

¿Y si no vienen a pelo los cuentos que yo ? No importa; usted hará reír, y ese es el caso. ¿Dice él que usted se equivoca una vez? Dígale usted que él se equivoca ciento, y pata. Usted es un tal; y usted es más: éste es el modo. Pero, señor Fígaro, ¿y dónde dejamos ya la cuestión de tabacos? ¿Y a usted qué le importa ni a nadie tampoco? Déjela usted que viaje.

En una de ellas había pescado una pata de pulpo de ocho metros de longitud. Además, los estómagos de los tiburones, al ser abiertos, revelaban las formas gigantescas de sus adversarios. Batallas cortas y monstruosas agitaban con torbellinos de muerte las aguas negras y fosforescentes á miles de brazas de la superficie.

Pata se encuentra siete leguas al este sudeste de Santa-Cruz de Valle-Ameno: para encaminarse de aquel á este último punto, se toma una senda trazada para las mulas, llevando el itinerario siguiente:

El hombre lo espantó con un alarido feroz, enviándole al mismo tiempo un peñascazo que le alcanzó en una pata. La fiera huyó en el primer momento, pero se detuvo á corta distancia. Aquel terreno lo consideraba como suyo.

Inca Yupanqui y los tres señores mancebos ya dichos, quedáronse en la ciudad con cada sendos criados que quedarse quisieron con ellos, los cuales criados se llamaban Pata Yupanqui, y Muru Uanca , y Apo Yupanqui, Uxuta Urco Guaranga; los cuales quedaron solos, que no quedó con ellos otra persona más destos criados suyos.

Pero al mismo tiempo el teniente, que había arrebatado el fusil a uno de los soldados, disparó sobre don César y le volcó. Basta, muchachos..., volveos..., ya cayó el milano tornó a gritar con acento de triunfo. ¡No tiene más que una pata herida!... ¡Todavía le queda el pico! repuso el cabecilla con voz ronca.

Esta es una señora que sabe más que Lepe, y cuando la veo reconosco que soy un bruto, y me queo con la boca cerrá, y no hablo que no meta la pata. Na, don José... ¡que no voy! ¡que no debo ir! Pero el apoderado, seguro de convencerle, le llevó hacia la casa de doña Sol, hablando de su reciente entrevista con la dama. Mostrábase algo ofendida por el olvido de Gallardo.

Cada pata de la mesa sostenía en torno de ella un camino en espiral, por el que podían subir y bajar los servidores. Uno de estos caminos hasta tenía la anchura y el suave declive necesarios para que ascendiesen por sus revueltas los portadores de literas. En el fondo de la Galería se habían improvisado varias cocinas para la alimentación del gigante, sus guardianes y su servidumbre.

Palabra del Dia

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