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Vale mucho más otra comedia de La Hoz, titulada El montañés Juan Pascual y primer asistente de Sevilla . Indicaremos, por tanto, el argumento de esta obra dramática digna de aprecio. El rey Don Pedro el Justiciero, más conocido bajo el sobrenombre de Cruel, se extravía cazando en la inmediaciones de Sevilla.

Don Pascual le aseguró que él conocía muy bien el noble y leal carácter de ella y cuan virtuosa y honrada había sido siempre en medio de la completa libertad en que había vivido, sin que su madre la vigilase y la tuviese siempre a su lado. Su madre había tenido que ir a las casas donde la llamaban a trabajar, dejando a Juanita con una criada o completamente sola cuando ni criada tenían.

Que se lo pregunten al difunto D. Pascual Muñoz el de la tienda de jierros, padre del marqués de Casa-Muñoz, que era el hombre de más afloencias en estos arrabales, y me dijo mismamente aquel día: 'Amigo Platón, vengan esos cinco'. Y aluego jui con el propio D. Pascual a Palacio, y D. Pascual subió a pleticar con la Reina, y pronto bajó con aquel papé firmado por la Reina en que les daba la gran patá a los moderaos.

He salvado la vida á más de veinte personas, los hombres más esclarecidos de España. Iban á ser villanamente asesinados esta noche. ¡Jesús! exclamó Pascuala, llevándose las manos á la cabeza. ¡Qué me alegro de que mi Pascual no hubiera salido! Si sale, me lo asesinan. Una infernal maquinación estaba preparada para matarlos en un sitio en que estaban reunidos.

Don Andrés, aunque muy estimulado por la curiosidad, se armó de paciencia y de calma y aguardó dos o tres horas antes de dar un paso para descubrir lo cierto. Bien sabía él que el mayor amigo y confidente de don Paco era el maestro de escuela, y a eso de las ocho, cuando ya la escuela había empezado y don Pascual debía de estar en ella, don Andrés le envió a llamar a su casa.

Al llegar á la casa de Pascual, serían las diez de la mañana, lo primero que vieron fué á Pascuala fregando vasos. Preguntáronle si había venido Clara á su casa, y ella contestó: Anoche, si, señor; después de media noche vino. Pero ya reconozco al caballerito sobrino de mi amo, que estuvo allá á preguntarme por su tío. ¡Gracias á Dios! exclamó éste. ¡Qué suerte hemos tenido!

Aquellas relaciones honestas y nobles parecían muy encaminadas al matrimonio; y como ella era así tan guapetona, habría probabilidades de que aquel par de Pascuales se unieran ante la Iglesia para dar hijos al mundo y agua al vino. Pues como Pascual lo llegue á saber.... Pero yo soy muy picara ... y se me ha puesto en la cabeza... ¿Sabe usted lo que se me ha puesto en la cabeza? ¿Qué?

Por el Sr. D. José Merelo, se dijo: Que se conformaba con el voto del Sr. D. Pascual Ruis Huidobro, y que tenga voto consultivo el Sr. Síndico Procurador. Por el Sr. D. Francisco Pico, se dijo: Que reproducia lo espuesto por el Sr. D. Cornelio Saavedra, teniendo á mas el Sr. Síndico voto activo y decisivo. Por el Sr. D. Gerardo Bosch, se dijo: Que se conformaba con el parecer del Sr.

No, señor: lo iba á averiguar; pero como mi Pascual es tan celoso, tuve miedo. ¡Ah, qué hombre! Cuando se enfaa ... Lázaro estuvo un momento silencioso contemplando la bárbara efigie de aquella mujer, oráculo de su desventura. Después se hizo repetir las señas de la nueva casa, y salió. Ya la determinación de ir allí era inquebrantable, y antes hubiera muerto que dejar de hacerlo.

Toda la noche, o sea hasta que los fuegos terminaron, que fue ya cerca de la una, madre e hija permanecieron en la plaza, y hubieran estado sin otro acompañante que don Paco, si don Pascual, el maestro de escuela, no se hubiera unido también a ellas. Era don Pascual un solterón de más de sesenta años, delicado de salud, flaco y pequeño de cuerpo, pero inteligente y dulce de carácter.