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Actualizado: 15 de octubre de 2025
Bueno, ya estaban en la esquina, pero por un poco más nada se perdía; prolongaría el plazo hasta un farol que estaba tan próximo. Pero en llegando allí no había excusa. Hablaba, o era capaz de arrancarse la lengua. Y así pasaba la pareja por todas las etapas que la maldita timidez de Juanito iba marcando, sin llegar a decidirse.
En aquel momento le tocaba hacer una figura del rigodón y se alejó con Emilita. María Josefa, que bailaba más lejos, se acercó un instante con su pareja, que era un teniente del batallón de Pontevedra. ¡Vamos, D. Santos, no sea usted cruel! ¿Por qué no va usted a hacer compañía a Fernanda, que está allí sola? En efecto, la amiguita de la rica heredera había hallado pareja para el baile.
Una noche yama en casa la pareja de los siviles y se me yeva fuera del pueblo, a las eras. Habían disparao unos tiros en la puerta de un rico, y aqueyos güenos señores empeñaos en que era yo... Negué y me pegaron con los fusiles. Gorví a negar y gorvieron a pegarme.
Allí estaba por su voluntad y allí se quedaba... Por fin, las autoridades habían exhumado uno de los muchos procesos que tenía pendientes por sus propagandas de rebelde social, y un juez le llamó a Madrid, emprendiendo don Fernando el viaje a viva fuerza, acompañado de la guardia civil, como si su destino fuese viajar siempre entre una pareja de fusiles.
El Indio converso era capaz de haber corrido todas las parroquias de Madrid para convencer a su protector de que albergaba una pareja pecadora, entregada a la concupiscencia de la carne. El gesto del señor Vicente delataba su repugnancia a vivir en contacto tan inmediato con el pecado. Maltrana se enfureció ante estos escrúpulos.
Aquellos niños cojos y mancos, en cuyos grandes ojos negros parece centellear el genio del gran pueblo que guerreó durante siete siglos con los moros y descubrió, conquistó y dominó regiones y continentes hasta que ya no había más mundo para saciar su ambición, aquellos niños, digo, son la más graciosa pareja de pilletes que he visto en mi vida, y cuanta sal, ingenio y travesura ha derramado la Naturaleza en granujas de Madrid, léperos de Méjico, lazzaronis de Nápoles, lipendes de Andalucía, pilluelos de París, <i>pic-pockets</i> de Londres, es nada en comparación de su gran ciencia.
La portera y la otra monja no la pudieron contener, y Guillermina salió al patio por la puerta que lo comunica con el vestíbulo. «Guillermina gritó Sor Natividad desde arriba , no salgas... Cuidado... mira que es una fiera... Ahí tienes, ahí tienes la alhaja que tú nos has traído... Retírate por Dios, mira que está loca y no repara... Hazme el favor de llamar a una pareja de Orden Público».
Como se fue tu pareja, moralizas contra los demás. »Pero, ¿y la ruina? Cuando ese la anuncia, segura será... ¡Seremos pobres! Por mí... casi me alegro...; pero es horrible... porque es por culpa mía». Cesó de repente el ruido del baile, que sonaba sordo y continuo sobre su cabeza; después se oyeron muchos pasos precipitados en una misma dirección..., hacia el gabinete de Emma.
Este tal le sorbió los sesos a una pobre mujer, viuda de un platero y se casó con ella. Cada uno por su estilo, aquella pareja valía un imperio. Todo el santo día estaban riñendo, de pico se entiende... ¡Y qué tienda, hija, qué desorden, qué escenas! Primero se emborrachaba él solo, después los dos a turno.
Si se plantase aquí de repente, salíamos en los papeles. El grupo que durante estos diálogos formaba la pareja de señorito y niñera, merecía tomarse como asunto de un buen romance castizo.
Palabra del Dia
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