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Actualizado: 13 de junio de 2025


Ese tribunal merecía un severo castigo manifestó el caballero, volviendo a su seriedad habitual. Yo les hubiera puesto de buena gana una corrección por mi mano... pero... amigo don Pantaleón, estoy muy débil. El hambre me tiene muy débil. ¡El hambre! exclamó Sánchez estupefacto. ; el hambre, querido Sánchez, el hambre.

Don Pantaleón era el Padre Eterno, D.ª Carolina la esposa del Padre Eterno, Presentación un ángel, y hasta la cocinera Rita guardaba alguna semejanza con Santa Mónica, madre de San Agustín. En cuanto a Carlota, era la misma Virgen Santísima concebida sin mancha en el primer instante de su ser natural. No se saciaba de mirarla.

El arte, lo mismo que el misticismo, concluyen por alterar nuestro desenvolvimiento orgánico. En mi concepto, lo mismo uno que otro deben ser rechazados como tendencias morbosas. D. Pantaleón agitó las manos convulsivamente, abrió los ojos y profirió una serie de exclamaciones corroborantes. Siempre le pasaba igual al oír la palabra morboso.

Seis meses nada más bastaron para que el genio que dormía en el fondo del espíritu de D. Pantaleón Sánchez se levantase y echase a andar por la tierra. En este corto espacio de tiempo su mirada penetrante abarcó de una vez la existencia toda y sondó sus inefables arcanos. En el mundo no había más que hechos, hechos constatados, como decía un libro traducido del francés que Moreno le había dado.

Pero en cuanto al conocimiento de los problemas de la ciencia positiva no tenía por qué admirarle. Don Pantaleón poseía lo menos veinte centímetros más de circunvolución en los lóbulos cerebrales, como ha de probarse en el curso de esta verídica historia.

Don Pantaleón se hallaba en el período de fiebre que suele preceder a los grandes descubrimientos. No comía, no dormía, no sosegaba. Pasaba pocas horas en el laboratorio. Los preparados y el microscopio ya le habían dicho la última palabra.

Cerró la puerta, apagó la luz y se bajó a su casa, sentándose poco después a la mesa con la tranquilidad que otras veces. Pero apenas se habían sentado llegaron las criadas de Carlota con la noticia de la desaparición del niño. Alarmose la casa vivamente. D.ª Carolina corrió desalada a la de su hija. D. Pantaleón se vio precisado a acompañarla.

D. Pantaleón sacó otro compás, parecido al cartabón de los zapateros, y con las manos trémulas le dobló el dedo medio y se lo midió. Mientras tanto Moreno inclinaba su rostro pálido haciendo esfuerzos para averiguar el número de milímetros. Cuando Sánchez lo leyó en voz alta, dio un salto y emprendió una carrera vertiginosa al través de los campos.

En estos tiempos tan desmoralizados no se puede recomendar a nadie. Otras mañanas iba con esta monserga: «¡Cómo está hoy el mercado de caza! ¡Qué perdices, señora! Divinidades, verdaderas divinidades». No más perdiz. Hoy hemos de ver si Pantaleón tiene buenos cabritos. También quisiera una buena lengua de vaca, cargada, y ver si hay ternera fina.

Nuestros sabios quedaron sorprendidos al ver entre estos últimos a su joven amigo Godofredo Llot. A Moreno le hizo extremada gracia, y se propuso sacar mucho partido cuando fuese por el café. A D. Pantaleón no le hizo tanta por las relaciones especiales que entre ellos habían existido.

Palabra del Dia

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