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Actualizado: 25 de mayo de 2025


«Pero el Señorito continuó Medio-hombre , traerá muchos también. Así me gustan a las funciones: mucha madera donde mandar balas, y mucho jumo de pólvora que caliente el aire cuando hace frío

Luisa vio al amolador, distante unos treinta pasos, que alzaba los brazos en la obscuridad y caía de bruces a tierra. Frantz volvió a cargar el arma sonriendo de extraño modo. Hullin dijo: Camaradas: aquí tenéis a nuestra madre, la que nos ha dado la pólvora y la que nos ha mantenido para que defendamos la patria; aquí tenéis también a mi hija; ¡salvadlas!

Es pólvora fina inglesa dijo Marcos que se va de las manos como las pepitas de plata y que caza a las mil maravillas. No se necesita mucha; con un dedal basta. Y aquí tienes el plomo puro, sin mezcla de estaño. Esta noche comenzará Hexe-Baizel a fundir las balas; ella entiende de eso; verás.

Estando este día en la furia de la escaramuza vino á faltar la pólvora y cuerda; y yendo á pedirla á Aldana, General de la artillería, respondió que enviaba por ella á las naves.

Asì como llegaron, los paganos En dos alas en torno se pusieron, Desmayaron de miedo los cristianos, Cuando en medio los indios los cogieron. Con los indios vinieron á las manos, Que de los arcabuces no pudieron Aprovecharse, cosa que la mecha Y pòlvora que llevan, no aprovecha.

¿Y yo? exclamó Marcos Divès . ¿Yo no tendré nada que hacer? ¿Voy a permanecer con los brazos cruzados viendo batirse a los demás? quedas encargado del transporte de municiones; ninguno sabría manejar la pólvora mejor que , preservándola del fuego y de la humedad, fundir balas, hacer cartuchos...

En muchos tratados de moral, escritos por frailes, que de seguro se lavaban poco, he leído precauciones tan inauditas para evitar la tentación, que me pasman y me hacen imaginar que los hombres y las mujeres de entonces serían como la yesca, la pólvora y el fuego.

Mañana, si a mano viene, se mudan ustedes, y el que tome el cuarto, como vea la cal fresca, pide más obras. No podemos. El mes pasado me gasté más de veinte mil reales en reparaciones. Conque, despácheme, que tengo prisa». ¿Pero se ha vuelto usted cohete? Siéntese un momento. Dígame una cosa... No tengo que decir cosas. Que me voy... ¡Ay qué pólvora de hombre! Mire que así va a vivir poco. Mejor.

Ahora me va a decir a el señor a dónde va, cuando sale. Pues es muy raro... Pero, en fin, si vino, a usted le diría... ¿A qué había de decirme, si no le he visto?... Déjame que te explique. A las diez bajó a hacerme compañía, como acostumbra, una de las chiquillas de la cordonera, la mayor, Celedonia, que es más lista que la pólvora.

En el fondo del valle de Bouleaux, a dos tiros de fusil de la aldea de Charmes, hacia la izquierda, la comitiva empezó a subir lentamente el sendero del viejo burgo. Hullin, al recordar que había seguido el mismo camino cuando fue a comprar la pólvora a Marcos Divès, no pudo substraerse a una tristeza profunda.

Palabra del Dia

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