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Actualizado: 25 de mayo de 2025
"El primero: para tener una carga entera de sal, sacada en tierra en el embarcadero, pronta para cuando llegue aqui otra vez, y que sea la mejor que podamos procurar, y á tener cuidado cuando llueva que la sal no se gaste. "El segundo: á tomar cuidado con los bueyes, carretas, chanchos, pipas, barriles, maiz, pan, carne, tocino, lona, ollas, escopetas, pólvora y balas, etc.
Un rugido de entusiasmo saludó el principio de la traca, diversión favorita de un pueblo que ha heredado de los moros la afición a correr la pólvora. Pendiente de los árboles daba la vuelta al largo paseo aquella envoltura de papel rellena de pólvora, colgando a trechos los blancos cucuruchos que contenían los truenos. Durante media hora repitió el eco aquel estruendo de batalla.
De otra manera también se figuraba su situación Reyes, fecundo siempre en alegorías y toda clase de representaciones fantásticas; se figuraba que a sus pies había una gran mina, que él estaba seguro de que el fuego había prendido en la mecha... ¿Por qué no venía el estallido? ¿Se había mojado la pólvora? ¿Se había mojado la mecha?
Marcos Divès, el contrabandista, tiene en abundancia; mañana irá usted a verle de mi parte, y le dirá que Catalina Lefèvre compra toda la pólvora y todas las balas de que disponga; que ella paga; que venderá su ganado, su granja, sus tierras..., todo..., todo, para adquirirla; ¿comprende usted, Hullin? Sí, comprendido; es muy hermoso lo que usted hace, Catalina. ¡Bah!
Á poco, acabada la fábrica del fuerte nombrado de Navidad, dice que dejó en él mucha artillería, pólvora, pertrechos y un artillero. Esto es cuanto enseña el mencionado diario, según el extracto conservado por el P. Las Casas y dado á luz por D. Martín Fernández de Navarrete en la Colección de viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles.
El parisién casi rió al contemplar cómo manejaba Toledo la diminuta cuchara de marfil que contenía la carga de pólvora, examinándola escrupulosamente antes de verterla en el cañón del arma, con cierto miedo de haber echado un grano más en uno que en otro.
¡Ella! exclamó la señora de Campistrón al mismo tiempo que su marido; no me hable usted. ¡La violencia misma! ¡Una pólvora! ¡Y qué ligera de manos! ¡Mujer!... interrumpió el tenor. ¡Déjame! Todo el mundo la conoce... ¡Pues y el lenguaje! Ni las verduleras del mercado cuando disputan... Es verdad que no ha sido educada por ninguna duquesa.
Estupiñá se aburría algunas veces por más que no lo declarase, y le gustaba que alguna beata rezagada o beato sobón le preguntara por la misa: «¿Se alcanza esta?». Estupiñá respondía que sí o que no de la manera más cortés, añadiendo siempre en el caso negativo algo que consolara al interrogador: «Pero esté usted tranquilo; va a salir en seguida la del padre Quesada, que es una pólvora...». Lo que él quería era ver si saltaba conversación.
En este tiempo llegaron de Buenos Aires, ò de la ciudad del Puerto, mas amenazas, porque el Marques de Valdelirios con mas acrimonia escribió al Gobernador por su retirada. Tambien nuestro Altamirano prohibia con mas rigor se trabajasen las fábricas de pòlvora que ya tenia entredichas: no se dejò piedra por mover, y lo que es mas, interponièndose la ayuda y arte del P. Provincial.
Pero creo tanto en eso como en las predicciones de nuestro piloto que, quemando sal y pólvora de cañón, se imagina adivinar el tiempo que hará por el color de la llama. ¡Tonterías! yo no creo más que en la hoja de mi puñal o en el gatillo de mi pistola, y cuando digo a mi enemigo: «¡Morirás!» el hierro o el plomo cumplen mejor mi profecía que todas las... ¡Silencio! dijo Ivona.
Palabra del Dia
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