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Actualizado: 5 de mayo de 2025


¡Si estaría segura!... Por eso repuso, mirando hondamente al estanciero: ¿Llegar a quererlo?... Creo que antes me hubiera enamorado de un títere o de un árbol... ¡Puede usted creerme! Había que creerla... ¡Feliz don Mariano!... ¿Conque el capitán Pérez era como un títere o un árbol?... ¡Oh don Mariano, mil veces feliz!

Á toda costa, á costa de la prudencia, acudió Pérez contra el peligro, avisándolo secretamente al Embajador de Inglaterra, á fin de que su Gobierno lo desvíara , mientras que sin temor de colocarse en oposición abierta con el Secretario de Estado, decía al Rey, en presencia de aquél, que sólo un insensato sería capaz de hablarle de transacciones humillantes .

¡Otra bandada de cangrejos! exclamó ; está de Dios que nunca hayan de dejarme los tales. Y es el bueno Ruy Pérez Sarmiento, asno injerto en lobo, y alcalde de casa y corte por la gracia de Lerma; ¿y qué me querrá éste? paréceme que se arroja á hablarme. En efecto, un alcalde de casa y corte avanzaba, vara enhiesta, hacia Quevedo.

Parece que por fin el gitano se cansó de tantas injurias. Enderezó altivamente la cabeza, y dijo con voz sonora: Señor Pérez, ¡es usted poco caritativo! ¿Quién ha dicho mi nombre a ese miserable? preguntó el hombre, pálido, confuso y extrañado.

E pasado muchas cosas con el dicho Marco de Arayz, q. sabe muchas cosas de todo lo que en Çaragoça a pasado, porq. era el que mas amenudo besitaba adantonio perez estando preso, de quien su amo don diego deredia acia mucha confianza.

Diego Martín Pinzón, el viejo de Palos. Francisco Pinzón, de Palos. Francisco Niño, de Moguer. Bartolomé Pérez. Gutiérrez Pérez, de Palos. Juan Ortiz, de Palos. Alonso Gutiérrez Querido, de Palos. Pedro de Lepe. Alonso Morales. Andrés de Huelva, grumete.

Tanto me habían hablado de la maldad de los chicos, que fuí a la escuela como un borrego que llevan al matadero. Yo estaba dispuesto a luchar, como Martín Pérez de Irizar, contra cualquier Juan Florin que me atacase, aunque mis fuerzas no eran muchas. Al principio me puso el maestro entre los últimos, lo que me avergonzó bastante; pero pasé pronto al grupo de los de mi edad.

¡Oh! amigo mío, no es sólo eso lo que ; ¿y su quinta a orillas del Guadalquivir? ¿y aquel lindo tocador tapizado con esteras de Lima, con sus persianas verdes y su pila de mármol blanco? ¡Jesús! ¡cómo ese demonio puede saber!... Es allí donde, durante el ardiente calor del día, la señora Pérez va a buscar el silencio y el fresco. ¡Perro! no profanes un nombre respetable.

El mismo Conde de Essex, al ver el nublado, seguido de las quejas, reclamaciones y exigencias impertinentes de Pérez, marchó á Plymouth, haciéndolo por otro lado Bacon .

«Muy querido discípulo y amigo: «Como te lo ofrecí anteayer, estuve anoche a visitar al señor Lic. Castro Pérez para hablarle acerca de , y de lo útil que podías serle en el despacho.

Palabra del Dia

hociquea

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