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Actualizado: 8 de junio de 2025


Y decimos esto para que nuestros lectores aprecien cuánto sufriría la Dorotea agazapada cinco horas mortales, debajo de una escalera, frente á la puerta del aposento de doña Clara, al lado del sargento mayor don Juan de Guzmán, que renegaba y blasfemaba por lo bajo, para que la Dorotea no le oyese.

No respondió palabra Costanza, sino con mucha mesura hizo una profunda reverencia al Corregidor, y salióse de la sala, y halló a su ama desalada esperándola, para saber della qué era lo que el Corregidor la quería. Ella le contó lo que había pasado, y cómo su señor quedaba con él para contalle no qué cosas que no quería que ella las oyese.

Y, cuando llegaron allá bajo, se halló en unos palacios y en unos jardines tan lindos que era maravilla; y luego la sierpe se volvió en un viejo anciano, que le dijo tantas de cosas que no hay más que oír. Calle, señor, que si oyese esto, se volvería loco de placer. ¡Dos higas para el Gran Capitán y para ese Diego García que dice!

Ferragut permaneció inmóvil, con la mirada perdida, como si no oyese su voz. Necesitaba verte siguió diciendo ella . Se trata de tu existencia. Te has colocado enfrente de un poder inmenso que puede aplastarte: tu pérdida está decidida.

Y llevando la mano al bolsillo para sacar la cartera, dijo brutalmente: ¿Cuántos necesitas? ¡Ninguno, canalla! exclamó ella soltando a reir . Pensabas que me estaba preparando para darte un sablazo, ¿eh? ¡Claro! No te veo cariñosa sino cuando necesitas dinero. ¡Habrá embusterazo, marrullero! Cualquiera que te oyese, pensaría que es cierto.

El corregidor, antes que oyese tiro alguno, pasó á casa de D. Manuel de Herrera, y le rogó encarecidamente saliese con él por las calles á apaciguar el tumulto, para ver si con su respeto conseguia lo que no habia podido lograr despues de haber empleado muchos medios; á que le respondió no era ya tiempo, y siguió jugando tranquilamente con el cura de Sorasora, D. Isidoro Velasco, y otros, á quienes interesaba poco la consternacion en que estaba el pueblo.

Convexos, externos, á facetas, son aptos para abarcar una gran parte del horizonte. Los palpos ó antenas, órganos de ensayo, de prevención, de triple experimento, tienen el tacto en sus extremidades, y en la base el oído y el olfato. Ventaja inmensa de que estamos privados nosotros. ¿Qué sucedería si la mano humana oliera, oyese? ¡Cuan rápida y simultánea sería nuestra observación!

Pero un mundo de ideas, de intereses contradictorios, se agitaba fuera de La Rioja, y el rumor lejano de las discusiones de la Prensa y de los partidos llegaba hasta su residencia en los Llanos. Por otra parte, él no había podido elevarse sin que el ruido que hacía en el edificio de la civilización que destruía no se oyese a la distancia y los pueblos vecinos no fijasen en él sus miradas.

Todas las noches, al salir de casa con la guitarra colgada del cuello, se le ocurría el mismo pensamiento: «Si Santiago estuviese en Madrid y me oyese cantar, me conocería por la voz.» Y esta esperanza, mejor dicho, esta quimera, era lo único que le daba fuerzas para soportar la vida. Llegó otro día, no obstante, en que la angustia y el dolor no conocieron límites.

Esta Genoveva tiene teorías aventuradas. Si la oyese la abuela... ¡Bah! dijo Genoveva con serenidad. Mi socialismo no hace daño a nadie, y estoy segura de que tu abuela lo aprobaría. En teoría, puede ser que . Pero en la práctica, puedes estar segura de que no sería lo mismo. Jamás me dejará la abuela casarme con un joven sin fortuna... Pasemos al número tres dijo la de Ribert.

Palabra del Dia

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