Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 9 de mayo de 2025


Pobre soy yo dijo el alférez , y en punto á orgullo no me trueco por un portugués. ¿Y qué tal? ¿es buen mozo? No tanto como vos dijo la Mari Díaz , pero aun así puede presentarse sin miedo donde haya galanes... se entiende siempre, después de vos. Muchas gracias por la fineza, prenda mía; aunque no me satisface mucho vuestra opinión. ¿Y por qué no?

Hay mucha soberbia en , y yo he de procurar humillarme a mis propios ojos, a fin de que el espíritu del mal no me humille, permitiéndolo Dios, en castigo de mi presunción y de mi orgullo. No creo, a pesar de todo, como Vd. me advierte, que es tan fácil para una fea y no pensada caída. No confío en : confío en la misericordia de Dios y en su gracia, y espero que no sea.

Isidora iba a contestar lo siguiente: «¿Y para qué me lo da usted?». Pero su conciencia se alborotó, y sintiose llena de perplejidad, que nacía del fiero tumulto y combate en que estaban dentro de ella la cólera, los remordimientos, el orgullo. Buscaba una salida pronta, enérgica, que cortase la disputa, dejando a un lado la cuestión moral.

La misma señora Laurier ostentaba con orgullo la redondez de su maternidad, que había llegado á los mayores extremos visibles. Sus ojos acariciaron el volumen vital que se delataba bajo los velos del luto. Otra vez pensó en Julio, sin tener en cuenta el curso del tiempo.

Por esto mismo deseo conocer a Pepita y ver si ella puede ser esta mujer, pesándome ya algo, y tal vez entre en esto cierto orgullo de familia, que si es malo quisiera desechar, los desdenes, aunque melifluos y afectuosos, de la mencionada joven viuda. Si tuviera yo otra condición, preferiría que mi padre se quedase soltero.

Solamente que, por orgullo, teme el muchacho descubrir su ternura, y ella también, demasiado respetuosa con ciertas exigencias sociales, duda en dejarse llevar por sus propias inclinaciones. Pues bien, yo puedo servir de lazo de unión entre estos dos corazones que se desean y no se atreven a confesarlo.

Mil veces le cayó verticalmente sobre el cráneo al señor Rosendo en sus épocas de vida militar, y vamos, que el de la isla de Cuba pica en regla.... ¿Fue el haber vuelto a manejar las tenazas y a elaborar barquillos para el extraordinario consumo de aquellos días solemnes? ¿Fue, como dijeron algunas comadres, el orgullo de ver a su hija tan elocuente y bizarra, y tan agasajada por los señores de la Asamblea?

Es verdad: pero no me atrevería a recomendar este partido a Antoñita; es un libertino de costumbres muy relajadas que cifra todo su orgullo en la pretensión de pasar plaza de seductor como Novelace o don Juan Tenorio. Eso podrá satisfacer a los alocados como él; pero, francamente, sería una garantía muy débil para la futura felicidad de Antoñita.

Poseía, sin embargo, una cierta altivez que podía confundirse con la rusticidad, un orgullo salvaje que a veces coloca Dios en las almas inocentes como ángel custodio; arma que el pudor tiene cuando la naturaleza no le ha otorgado el don de la perspicacia.

Antoñuelo, lejos de la fascinación y del encanto que casi milagrosamente le habían conservado como ser racional, se convertía en un estúpido y en un perdido. A pesar de la ineficacia, por falta de duración, de su poder purificante sobre el alma de Antoñuelo, Juanita le quería, se interesaba por él y sentía halagado su orgullo al dominarle, aunque fuera momentáneamente.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando