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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Obra como el dueño de una ganadería, que antes de matar un buen caballo que ya no sirve, le obliga a dejar una cría. Preocupada únicamente con la perpetuidad para que no le falten jamás instrumentos, nos engaña con el señuelo del placer, de la ambición o del orgullo. Usted mismo, que no obra por ninguno de estos móviles, es igualmente un instrumento de la especie.

El orgullo de la madre daba brincos de cólera dentro de doña Paula. «Su hijo era lo mejor del mundo. Era pecado enamorarse de él, porque era clérigo; pero mayor pecado era engañarle, clavarle aquellas espinas en el alma.... ¡Y pensar que no había modo de vengarse!

Esta ovación de la Naturaleza, que en los primeros días hizo enrojecer de orgullo á nuestra primera madre, fué acogida finalmente con indiferencia por ella. Era el aplauso de una muchedumbre inferior, y Eva aspiraba á la aprobación de sus iguales.

Pero a ella no se le podían dar tales razones. Señorito dijo Petra, que a pesar de su resolución reciente, sintió en el orgullo una herida de tres pulgadas no necesita apurarse tanto para convencerme de que debo irme de esta casa. No, hija, lo que es, si lo tomas por donde quema, yo no insisto.

«Mi orquesta es la primera del mundo», contestaba con orgullo el príncipe cuando le cumplimentaban sus invitados; pero sólo de tarde en tarde, estando en los puertos, permitía que la gente de tierra viese á sus músicos.

Watson, por su parte, consideraba á esta mujer más hermosa y apetecible después que dos hombres habían intentado matarse á causa de ella. Una sensación de orgullo varonil, de vanidad sexual, se mezclaba con las emociones que iban despertando en su interior las palabras de la Torrebianca y el contacto de su cuerpo.

Luego desechó las dudas que empezaban á enturbiar su gozo, sintiéndose fortalecido por un orgullo varonil.

Menester era arrojarlo pronto, dar merecida satisfacción á su orgullo y recobrar la prístina grandeza y majestad á los ojos de todo el mundo y á los de mismo.

No ha sido mi dignidad, mi orgullo destrozado lo que me ha hecho padecer... Mi corazón es el que ha sufrido... ¡Qué desconsuelo! ¡Qué tristeza tan honda!

Hace diez años que los blancos, únicos propietarios territoriales, únicos industriales, únicos hombres de progreso en la isla, no se acercan a las urnas. No tienen voz ni voto, como durante veinte años no lo tuvieron los hombres honrados en la circunscripción de Nueva York. Se vengan con su altivez, con su orgullo desmedido.

Palabra del Dia

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