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Actualizado: 12 de mayo de 2025


Discutieron largamente, pero la mujer oponía a todas sus razones la misma respuesta tenaz: No me acompañes... Iré yo sola. Acabó el cuñado por rendirse, y en un coche de alquiler fueron a la plaza, entrando en ella por la puerta de Caballerizas.

Obediente, sumisa a la voz de sus padres, jamás se oponía a sus mandatos, como suelen hacerlo las señoritas de las clases elevadas, que gustan de ser caprichosas y se complacen en ser mimadas por los suyos. La vida de Gabriela estaba consagrada a sus padres. Obsequiarlos, tenerlos alegres y contentos era su único deseo, y de seguro que nunca dejó de agradarlos.

Supongamos cierto que el arte se produce necesariamente cuando los países alcanzan cierto grado de prosperidad, cuando el hombre, después de haber allanado los obstáculos que la naturaleza le oponía para su subsistencia, queda desahogado y puede gozar en calma de la vida.

No había formado plan para seducirla, pero aspiraba a hacerse amar de ella, incitado a la vez de su belleza, que sentía y apreciaba vivamente, ya lo sabemos, y de los obstáculos que su carácter arisco y desdeñoso le oponía.

Sígame Vd. y calle: si quiere hacerlo por buenas, se lo agradeceré; si no... después hablaremos, o podrá usted resolver lo que guste. Doña Martina comprendió que convenía ceder. Si se oponía obstinadamente al capricho de Paz, nada lograría en aquel momento; y si luego contaba lo sucedido a su padre, de fijo, enemistada ya con la señorita, ésta la haría saltar pronto de la casa.

E intentaba sortear el obstáculo que le oponía el aperador, cerrándole el paso en la puerta. El viejo Zarandilla intervino. Aún quedan horas para dormir, don Fernando. Luego irá su mercé a la gañanía, si ese es su gusto. Pero ahora añadió, dirigiéndose a Rafael enséñale al señó algo del cortijo, la cuadra de los caballos, que es cosa de ver.

Gabriel proclamaba su fórmula suprema: «Todo de todos, y el bienestar para todosSus amigos escuchaban con religioso silencio. Grabábase profundamente en su pensamiento el derecho al bienestar, la afirmación que más cruelmente contrastaba con su miseria, vejada por las suntuosidades del templo. Don Martín, el cura joven, era el único que tímidamente oponía algunas objeciones al maestro.

Compraron con dicho objeto el corral ya mencionado de Burguillos, sito en la calle del Príncipe, y pidieron licencia para alquilarlo, con destino á representaciones teatrales; pero como se oponía á su deseo el anterior privilegio, de que ya disfrutaba la otra cofradía, sólo celebrando un acuerdo con ésta podía alcanzar lo que anhelaba.

Cuando quiso cerrar, no pudo. Una rodilla de Fernando, un codo, se apoyaban en la madera empujándola contra Mina, que oponía el obstáculo de todo su cuerpo. Y en esta situación, pugnando él por abrir y ella por cerrar, hablaron los dos en voz queda, temblona, cortada por estremecimientos de fiebre, como si estuviesen concertando algo penable en el obscuro misterio de este pasadizo a flor de agua.

Su rostro, cuando el General se hallaba en semejante estado de quietud, era benévolo y afable. Si alguno se le acercaba en demanda de algo, iluminaba sus facciones una expresión de cortesía y de interés, que bien á las claras demostraba que aun ardía interiormente el fuego sagrado, y que sólo la corteza exterior se oponía al libre paso de su luz intelectual.

Palabra del Dia

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