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En efecto, aquellos tres hombres sentados en sus rocking-chairs bajo la ondulante toldilla, acariciados por el fresco de la tarde, mecidos por las olas y alumbrados por los rayos oblicuos del sol poniente, en aquel lindo yate que volaba hacia las colonias holandesas, más parecían gozar de las delicias de la vida que buscar el secreto de la muerte.

Pero ¡ay! no pude contemplarla. Seguí adelante, y seguí dulcemente impresionado. Me parecía que oía yo detrás de el ruido de la ondulante falda de muselina. No tuve valor para volver el rostro. ¿Por qué en aquel momento pensé en Matilde, la dulce niña de mi primer amor? ¡Ay! ¿por qué creí ver delante de un rostro apenado, lloroso y dolorido, el rostro de Angelina?

Los gritos de los perseguidores avisaban á las gentes que seguían trabajando á lo lejos, sin comprender la alarma. Quedó de pronto el fugitivo entre un semicírculo cóncavo de hombres que le aguardaban á pie firme y un semicírculo convexo que seguía sus pasos con ondulante persecución. Se juntaron las dos multitudes cerrando sus extremos, y el espía quedó prisionero.

Aumentaban su claridad las ventanas de los muros laterales de la misma nave, de forma estraña y caprichosa, á manera de ajimeces sin parteluz, en que el rosetoncillo del vértice está como sujeto por un cordon ondulante. Casi todas las parroquias de Córdoba presentan en sus portadas antiguas gran semejanza: unas sin embargo son mozárabes, otras son obra posterior á la reconquista.

El verde ondulante de los vastos plantíos de caña, claro y luminoso, contrasta con los reflejos intensos de los cafetales que crecen en la altura.

Y a buen paso, con el manteo ondulante, abandonaban la iglesia cada uno por su lado, evitando formar grupos ni corrillos, atento cada cual a librarse de responsabilidades, a aparecer limpio de toda complicidad con los enemigos del prelado. El Tato reía de gozo viendo la dispersión y el azoramiento de los señores del coro. ¡Corred, corred! ¡Bueno os va a poner el cuerpo el tío...!

Había perdido aquella luz turbia é inquietante que agrandaba sus ojos, dándoles una fijeza antinatural. Su tez, de una blancura mate y enfermiza, estaba coloreada ahora por el sol y el aire libre. La antigua esbeltez ondulante y ligera se había espesado, dando á su organismo la calma y la estabilidad de los cuerpos que empiezan á cristalizarse en su forma definitiva.

El escultor copia una figura de hombre; es el mismo hombre con las proporciones armoniosas de sus miembros, la ondulante flexibilidad de sus miembros, la elasticidad animada de sus carnes casi vivas a la vista: el escultor no ha hecho más que una academia.

Madariaga parecía seguir como una bandera la trenza ondulante de la amazona. Esta, á los nueve años, echaba ya con habilidad su lazo á las reses. Lo que más irritaba al estanciero era que la familia le recordase su vejez. Los consejos de Desnoyers para que permaneciese tranquilo en casa los acogía como insultos.

Desde ese observatorio prosiguió entusiasmándose , tendría usted a la espalda las rocas siempre nevadas en que vive a sus anchas la gamuza; más abajo el verde obscuro de los robledales junto al claro de las hayas... en fin, el oasis lebaniense donde la vid y el olivo vegetan como en Andalucía, como en Rioja y Aragón, cuyas cumbres pudo divisar por el otro lado siguiendo la ondulante marcha del Ebro.