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Cuando te siente postrado Entre tus ramas suspira, Y cual armónica lira Lanza tu tronco humillado Ecos de tierno dolor. Al lucir el alba pura, En la Pampa ya no brillas, Y tus hojas amarillas Rodando por la llanura Van á perderse en el mar. Los cisnes de la rivera Que visten plumas de nieve, Meciéndose en la onda leve Siguen tu traza lijera Por las ondas de cristal!

Durante una centésima de segundo, entre la onda aérea barrida y la nueva onda que avanzaba, sus pechos experimentaban la angustia del vacío. Desnoyers admiró el ladrido de estos perros grises. Conocía bien sus mordeduras, que alcanzaban á muchos kilómetros. Aún se mantenían frescas en su pobre castillo.

Cuando, al separarse, ella recomponía su tocado, con ademán tranquilo, familiar, echaba a la cabeza, en posturas de estatua, sus brazos de Juno, sonreía con reposada placidez, dejando los rizos de la sonrisa rodar en su boca y sus mejillas, como la onda amplia de curva suave y graciosa del mar que se encalma; pensaba, mirando el rostro pálido del aturdido amante, más muerto que vivo a fuerza de emociones, pensaba en Mochi y se decía: ¡Si le dijeran a ese miserable lo dichoso que acaba de ser este pobre diablo! Todo, todo por venganza. ¡

Al ver sus movimientos se imagina uno que cada onda trae en sus pliegues alguna revelacion, alguna queja de ese mundo misterioso, exuberante de calor, de fuerza, de vida y de barbarie que se llama el África.... ¡Extraño fenómeno!

Así es como la poesía, á la manera de una onda sonora, penetra en lo mas hondo de la imaginacion y de la conciencia, apoderándose al mismo tiempo de los sentidos, despertando suavemente las emociones perezosas que dormitan, haciendo sentir al hombre la unidad de su ser, formando en el fondo del alma un acorde sublime, y dominando con su canto las emociones disonantes del corazon humano.

El dependiente tenía un grano en el pescuezo, que no le dejaba mover la cabeza, y usaba onda pegada sobre la frente con goma de membrillo. ¡Qué asco dan estas ondas engomadas!

Pero, he ahí que un estremecimiento agita el aire. Una onda, un movimiento se ha producido, allá abajo. Se diría que las torres se han bamboleado y se hunden, dulcemente, en la onda taciturna, como si las cimas hubieran producido un ligero vacío en el cielo brumoso. Entonces las ondas tienen una luz más roja, las horas transcurren sordas y lánguidas.

Pero me has entendido, porque tus orejas se levantan y tus relinchos redoblan. ¡Valor, he ahí mi tartana! he ahí mi enamorada que se balancea sobre las olas como una gaviota se deja mecer en su nido por una onda transparente.

Apénas nos atrevimos á caminar por entre aquellos abismos de cristal en un trayecto de 80 á 90 metros. Nos conducian dos guias que, con el auxilio de hachas y picos, iban practicando en el hielo pequeñas hendeduras que nos servian de escalones para trepar hasta la cima de alguna onda ó colina.

Se adelanta tranquilo, mecido, acariciado por la onda, y mientras camina, duerme si quiere. Hállase á la vez ceñido y aislado por la sustancia untuosa que hace su piel y sus escamas escurridizas é impermeables.