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Actualizado: 5 de mayo de 2025


¿Pero de quién se ayudaba ese hombre? ¿De quién? del conde de Olivares. ¡Ah! verdaderamente que don Gaspar de Guzmán no tiene perdón de Dios; todo lo debe á mi tío, y, sin embargo, pretende apoderarse del ánimo del rey. Es peor que eso: pretende apoderarse del ánimo del príncipe. ¿Qué queréis decir con eso? Nadie pretende la privanza de un príncipe, sino cuando cree que está próximo á ser rey.

Solo carecen de viñas y olivares, por no tener sarmiento para plantarlos. Tambien tienen por la parte del sur los habitadores de esta ciudad, cosa de dos leguas poco mas, la mar vecina, de donde se proveen de rico pescado y marisco para el mantenimiento de todo el invierno.

Que no serán malos como ellos. ¿Quién sabe? pero vengamos á lo que conviene. Suspendamos por ahora nuestros trabajos... ¡Ahora que nos dan un respiro, Dios ó el diablo! No seáis impío, señor Alonso; no sucede nada que no proceda de Dios. Por ahora, dejémoslos á ellos solos. Lerma sin don Rodrigo Calderón es hombre al agua. Uceda y Olivares le atacarán.

¿Y esa hermosa señora? dijo el conde de Olivares dirigiéndose al joven, y le dió la mano. Se viste en este momento, señor conde dijo don Juan. ¡Ah! de modo que dentro de poco se nos aparecerá un cielo. Os doy la enhorabuena, amigo, y veo que no me habéis olvidado. Hace tres días ignorábais... creo que ignorábais... Ciertamente, señor conde.

¿Nos ha prestado algún servicio? dijo el rey. ¡Oh, importantísimo! ¿recordáis, señor, las dos cartas escritas por el conde de Olivares y el duque de Uceda á don Rodrigo Calderón, que os di á leer anoche? ¡Oh, ! cartas que yo he dado á leer al duque de Lerma. Y que han causado la variación que se nota en el duque. Indudablemente.

Ya porque algún asunto grave requiriese allí su presencia, ya porque desesperara de conseguir sus deseos, Velázquez regresó aquel mismo año a Sevilla: mas al siguiente de 1623 don Juan de Fonseca le llamó por orden del Conde-Duque de Olivares, librándole una ayuda de costa de cincuenta escudos para el viaje que, según parece, hizo acompañado de Pacheco.

Es portentosa la multitud de pajarillos que alegran estos campos y alamedas. Yo estoy encantado con las huertas, y todas las tardes me paseo por ellas un par de horas. Mi padre quiere llevarme a ver sus olivares, sus viñas, sus cortijos; pero nada de esto hemos visto aún. No he salido del lugar y de las amenas huertas que le circundan. Es verdad que no me dejan parar con tanta visita.

El mejor sitio para ancorar las naves, que hubieran de ancorar aquí, es al oeste de la isla de Pinguinas, al abrigo de la isla de Olivares; y si hubiere una ó dos naves, se pueden meter entre la isla de los Pájaros y la tierra firme. Aunque hay en este puerto algunas ráfagas de viento fuerte, que se cuela por medio de los cerros, no incomoda las naves, ni levanta marejada.

Os daré... la traición que haré por vos á mis amigos. ¿Es decir?... Que sabréis cuanto piensan Olivares, Zúñiga, Sástago, Mendoza, cuantos están contra vos, y de los cuales seguiré fingiéndome amigo. Aceptado dijo Lerma, tendiendo la mano crispada á su hijo ; aceptado, señor duque de Uceda. Pero se me ocurre una cosa. ¿Qué? Conocen nuestros secretos dos hombres.

La luz comenzaba a indicar las sombras de los viñedos y de los olivares. El viento fresco anunciaba la proximidad del día. Bueno, baja dijo Martín . Yo sujetaré la cuerda. No, baja replicó Bautista. Vamos, no seas imbécil. ¿Quién vive? gritó una voz en aquel mismo momento. Ninguno de los dos contestó. Bautista comenzó a bajar despacio. Martín se tendió en la muralla.

Palabra del Dia

hociquea

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