Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 1 de julio de 2025
Fui reconocido y aclamado cordialmente, y a pesar de mis temores y tristezas, me sonreí al notar la frialdad y altivez con que me recibió mi amada. Había oído ya que el Rey se proponía salir de Estrelsau para ir de caza. Siento que no podamos divertir a Vuestra Majestad lo suficiente para retenerle en la capital dijo golpeando ligeramente el suelo con el pie.
Era ya una bestia apocalíptica, un monstruo de la noche que al arquearse llegaba a las estrellas. El ladrido de un perro y voces de personas disolvieron estas fantasmagorías de la soledad. De la sombra surgieron luces. ¡Don Chaume!¡Don Chaume!... ¿De quién era esta voz femenil? ¿Dónde la había oído?... Vio bultos negros que se movían, que se inclinaban, llevando en las manos estrellas rojas.
Es de advertir que durante el diálogo anterior don Guillén no había puesto en sus réplicas acritud, ni fuego polémico, ni aire de desdén. Con esto, nuestra simpatía hacia él se robusteció. Al salir del comedor, don Celedonio murmuró a mi oído: Es un tío juncal. Así me gustan a mí los presbíteros.
Dejábase caer en el suelo, le llamaba, le traía hacia sí y principiaba a pasearle las manos por el lomo, a rascarle la cabeza y hacerle cosquillas debajo del cuello, murmurándole al mismo tiempo en el oído palabras de cariño, un gorjeo mimoso que el animal acogía con espasmos de voluptuosidad. «Te quiero, te quiero. Tú eres muy bueno. ¿Verdad que eres bueno?
Con frecuencia, sobre todo después de su llegada a Madrid, había oído hablar del favorito, de su crédito y de sus aventuras; pero nunca le había visto, y habló ingenuamente a la Reina, cuando le contestó que no le conocía.
Señora marquesa repuso Rafael , no os apuréis. Mi historia será tal, que después de haberla oído cualquiera podrá retratar a mi tío con la espada en una mano y la palma en la otra. «Sus primeros amores fueron con una guapa moza de Osuna, donde estaba acuartelado su Regimiento. El día menos pensado llegó la orden de marchar.
Con los primeros hacía yo mejores migas que con los segundos, y asistía a todas las conferencias de Marcial. Si no temiera cansar al lector, le referiría la explicación que éste dio de las causas diplomáticas y políticas de la guerra, parafraseando del modo más cómico posible lo que había oído algunas noches antes de boca de Malespina en casa de mis amos.
Tras éstas y otras análogas materias, vinimos al caso concreto de mi llegada a la Montaña y sus motivos. ¡Ah, qué atinado, qué elocuente y qué «hondo» estuvo en este particular aquel caballero! ¡Qué bien conocía a mi tío, qué magistralmente me le pintaba, y cuán sinceramente deploraba su estado de salud después de haber oído de boca de Neluco su irrevocable sentencia de muerte!
Antes de meterse en el coche abrazó estrechísima y largamente a su sobrino, y le dijo al oído con voz conmovida: ¡Dale un buen barreno en los fondos, hijo mío! Cuando se separaron, tenía el rostro bañado de lágrimas. Metióse rápidamente en la carretela, y se ocultó en un rincón sin decir adiós.
Ahí estaba, en la actitud de fiera que reposa, bien nutrida de vidas y de honras; los lamentos de las víctimas no se oían, pero quizá, aplicando el oído, se escuchara la voz doliente de los desgraciados, que la loca ambición sacrificara.
Palabra del Dia
Otros Mirando