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Actualizado: 1 de mayo de 2025


Pero había oído hablar de ellos y sabía que el mérito de una corrida se calcula generalmente por el número de caballos que en ella mueren.

La voz del mayorazgo de Montesinos era singularmente armoniosa y dulce, y contrastaba notablemente con lo inarmónico y triste de su figura. El P. Gil, que era la rectitud personificada, quedó un instante suspenso. En efecto, a nadie he oído hacer elogios de usted más que a su hermana dijo al cabo, con naturalidad.

Esta fijeza, esta permanencia concluye por ser molesta. Necesitamos desembarazarnos de este estorbo. Y ello no se logra más que con el olvido. Ahora bien: para olvidar una cosa, el único medio eficaz es comunicarla. Así, pues, los secretos van corriendo de boca en oído por la necesidad psicológica de olvidarlos.

Señor Isagani, dijo al fin en voz algo emocionada; desde la ventana le he oido á usted perorar porque, como tísico que soy, tengo buenos oidos, y he querido hablar con usted. A me han gustado siempre los jóvenes que se espresan claramente y tienen su manera propia de pensar y obrar, no me importa que sus ideas difieran de las mías.

¿Purgatorio le llamas, Sancho? -dijo don Quijote-. Mejor hicieras de llamarle infierno, y aun peor, si hay otra cosa que lo sea. -Quien ha infierno -respondió Sancho-, nula es retencio, según he oído decir. -No entiendo qué quiere decir retencio -dijo don Quijote. -Retencio es -respondió Sancho- que quien está en el infierno nunca sale dél, ni puede.

Teniendo algunos antecedentes de que se dará una batalla, ó se hostilizará alguna plaza, paréceme que he oido cañonazos, y me quedo con la creencia de que ha comenzado el fuego. Noticias posteriores me hacen saber que no se ha disparado un tiro; ¿quién tiene la culpa de mi error? no mi oido, sino yo.

Y el Magistral sonrió como un ángel, mientras aspiraba con delicia el perfume de rosa de Alejandría, que Ana sin resistencia había dejado en manos del clérigo. Ella se puso seria, quiso explicaciones. «Se le perseguía, se le calumniaba... tenía enemigos... y él sin decir nada a su amiga. ¡Estaba bueno!». Algo había oído ella mucho tiempo hacía, pero vagamente.

De pronto surgió un recuerdo, se repitió un nombre olvidado, que yo había oído pronunciar sólo una vez, y en mi mente brotó una suposición fundada y amenazadora que me laceraba el corazón; sensación aguda que se disipaba por misma al menor indicio de seguridad para renacer en seguida con la vivacidad de una evidencia. Un domingo esperamos vanamente a Magdalena y Julia.

Doblolo, deslizándolo dentro de un sobre, y sin cerrarlo lo entregó a su amigo. Al levantarse Miranda para despedirse, acercose a Colmenar, y, hablándole bajo, casi al oído, murmuró: Estás bien seguro... bien cierto de lo de... los dos mill.... ¡Me quedé corto! No tienes sino informarte allá.

27 Y vinieron luego todos los príncipes a Jeremías, y le preguntaron; y él les respondió conforme a todo lo que el rey le había mandado. Con esto se dejaron de él, porque el negocio no se había oído. 1 En el noveno año de Sedequías rey de Judá, en el mes décimo, vino Nabucodonosor rey de Babilonia con todo su ejército contra Jerusalén, y la cercaron.

Palabra del Dia

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