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Actualizado: 14 de junio de 2025
Los primeros días se presentaron á bordo vistiendo su uniforme; luego volvieron con traje civil, para habituarse á ser simples oficiales mercantes de un vapor neutral. Los dos conocían por referencias los viajes anteriores de Ferragut, sus servicios á los aliados, y se entendieron simpáticamente, sin ningún prejuicio de nacionalidad.
Pues bien; en la guerra de Sucesión hubo que traer generales ingleses y franceses y hasta oficiales, pues no había un español que supiera apuntar un cañón ni mandar una compañía.
Por último, ¿mi tío no volverá probablemente? dijo el joven. No volverá, caballero dijo otro de los oficiales , porque me han encargado que sirva la cena de su majestad. ¿Y dónde vive el duque de Lerma? ¡Toma! exclamó un pinche como escandalizado . En su casa; es menester venir de las Indias para no saber dónde vive el duque.
Luego, regimientos de infantería, escuadrones, baterías rodantes. Marchaban lentamente, con una lentitud que desconcertaba á Desnoyers, no sabiendo si este retroceso era una fuga ó un cambio de posición. Lo único que le satisfacía era el gesto embrutecido y triste de los soldados, el mutismo sombrío de los oficiales. Nadie gritaba; todos parecían haber olvidado el Nach Paris.
En los primeros años de la revolución este silencio era amenizado de vez en cuando con agradables diversiones. Los oficiales corrían las calles en automóviles de alquiler, disparando sus revólveres. Se tiroteaban de unos carruajes á otros. ¡Asunto de divertirse un poco!...
Lo proclamaba el hermano de Margarita, y con él todos los oficiales que le habían visto cumplir su deber tranquilamente, arrostrando la muerte con la misma frialdad que si estuviese en su fábrica, cerca de París.
Este país de sol, de perspectivas azules y risueñas, parecía poblado por una humanidad superviviendo á un cataclismo. Oficiales elegantes, de esbelto talle, arrastraban una pierna, avanzaban con precaución un pie elefantíaco, se doblaban, avejentados, apoyándose en un garrote.
Pero no debió usted dejarse emborrachar, joven indicó el diplomático . Juro que si eso hubiera pasado conmigo, de un sablazo descalabro a todos los oficiales de la división de Vedel. Doña María, profundamente indignada, silenciosa, ceñuda, parecía una sibila de Miguel Ángel.
Pero también, ¡cuántas resmas y resmas de otros manuscritos, llenos, no de las fastidiosas fórmulas oficiales, sino de los pensamientos de una clara inteligencia y de las ricas efusiones de un corazón sensible, han ido á parar igualmente al olvido más completo!
Yo no me voy repitió. Y Celipín hablaba, hablaba, cual si ya, subiendo milagrosamente hasta el pináculo de su carrera, perteneciese a todas las Academias creadas y por crear. ¿Entonces vuelves a casa? preguntole al ver que su elocuencia era tan inútil como la de aquellos centros oficiales del saber. No. ¿Vas a la casa de Aldeacorba? Tampoco. Entonces ¿te vas al pueblo de la señorita Florentina?
Palabra del Dia
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