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Actualizado: 8 de julio de 2025
La prudente mujercita pasó una noche muy inquieta pensando las consecuencias probables o posibles de la grave revelación que se había visto obligada a hacer al marqués.
Lo lento del paso de la condesa, consistía en que iba abismada en profundas cavilaciones. Me he visto obligada pensaba á inventar lo de los jardines de Balsaín, y á calumniar á la reina para procurarme una venganza segura contra el miserable don Rodrigo.
La idea de esta posibilidad era el principal consuelo de Nancy. A fin de fortalecer esa idea se ingeniaba en tener por Godfrey una ternura más perfecta que la de que hubiera sido capaz cualquier otra esposa. Muy a pesar suyo se había visto obligada a afligirlo con la única negativa.
Pero... se veía obligada á defenderse delante de ellos; había llegado el momento de la defensa y temblaba. Al fin se abrió una puerta, y un maestresala dijo: El señor don Juan Téllez Girón y su señora esposa están en la cámara de vuecencia. Doña Juana fué allá desolada. Sin embargo, se detuvo cobarde antes de levantar el tapiz de la puerta exterior.
Me veo obligada á casarme con vuestro amigo por salvar á su majestad de unas apariencias que podían perderla; cierto es que vuestro amigo me ha interesado el corazón, no os lo niego, pero le conozco poco; el paso que voy á dar es decisivo; ¿le conocéis vos, don Francisco? ¿estáis seguro de que su galanteo con esa comedianta pasará en el momento en que le abra mi corazón? ¡decidme, por Dios, cuánto pierdo ó cuánto gano en mi sacrificio!
Fortunata le miraba y, francamente, no podía acostumbrarse a aquella nariz chafada, a aquella boca tan sin gracia, al endeble cuerpo que parecía se iba a deshacer de un soplo. ¡Que siempre se enamoraran de ella tipos así! Obligada a disimular y a hacer ciertos papeles, aunque en verdad no los hacía muy bien, siguió la conversación en aquel terreno.
Siguióse el proceso contra la madre Teresa de Jesús, pasando á interrogarla á su casa los inquisidores, llevando con gran ruído los jueces á caballo, notarios, alguaciles y familiares, y después de largo tiempo, la Inquisición mandó que el expediente se suspendiese, quedando, sin embargo, la fundadora obligada á presentarse ante el tribunal de Sevilla siempre que éste lo reclamase.
SANCHO. Obligada llevo el alma Y la lengua, gran señor, Para tu eterna alabanza. FELIC. En fin, vos, ¿no os casaréis? PELAYO. Yo, señora, me casaba Con la novia deste mozo, Que es una lumpia zagala, Si la hay en toda Galicia; Supo que puercos guardaba, Y desechóme por puerco. FELIC. Id con Dios, que no se engaña. PELAYO. Todos guardamos, señora, Lo que... FELIC. ¿Qué?
¿Por qué preguntó el juez no se casa con la persona a quien ha consagrado toda su juventud? Comprenderá usted, amigo dijo Magdalena, que esto sería jugarle una mala partida a Juan, abusar de su desamparo, además que, en siendo ambos marido y mujer, sabría yo que estoy obligada a hacer lo que ahora hago de mi propio sentir y arbitrio.
No había pasado un año cuando ya habían desaparecido todas las ilusiones: y la señora de Maurescamp veíase obligada a reconocer que estaba ligada para siempre a un hombre de sentimientos bajos y de inteligencia nula, sintiendo a más con horror que despreciaba a su marido. Mucho mérito tiene una mujer cuando apercibida de tales miserias, permanece siendo amable y sumisa esposa.
Palabra del Dia
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