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Actualizado: 20 de junio de 2025
Desgraciadamente no se mantiene hoy en su primitiva pureza de estilo esta joya artística, porque se renovó siendo gobernador del obispado D. Pedro de Salazar y Góngora en el año 1735, y entonces sin duda alguna se le añadieron algunas piezas de mal gusto que es lástima la desfiguren.
Sin confesárselo, sentía a veces desmayos de la voluntad y de la fe en sí mismo que le daban escalofríos; pensaba en tales momentos que acaso él no sería jamás nada de aquello a que había aspirado, que tal vez el límite de su carrera sería el estado actual o un mal obispado en la vejez, todo un sarcasmo.
El cabildo determinó hacer la gracia, y que se diese fé y testimonio de esto á los referidos caballeros; y asi desde entonces empezaron á gozar las mismas prerogativas los que eran de la Cepa aunque no fuesen Córdobas por varonía. A 27 de enero tomó posesion del obispado por medio de procurador D. Juan Daza.
Cuando a Fortunato le ofrecieron el obispado de Vetusta, él vaciló; mejor dicho, se propuso pedir de rodillas que le dejaran en paz: pero Paula le amenazó con abandonarle. «¡Eso era absurdo!». Solo ya no podría vivir. «No por usted, señor; por el chico es necesario aceptar». «Acaso tenía razón». Camoirán aceptó por el chico... y fueron todos a Vetusta.
Como diversión de Carnestolendas, aquello podía tolerarse; pero como <i>Cruzada del obispado de Cádiz</i> para acabar con los franceses, era de lo más grotesco que en los anales de la historia se puede en ningún tiempo encontrar.
En este año tomó posesion del obispado de Córdoba D. Iñigo Manrique, confirmado por Inocencio VIII despues de ciertas tentativas que hizo para recuperar la facultad de nombrar de que su antecesor habia hecho renuncia.
Cuando él vido que los rostriquemados bastaban para testigos del milagro, no la quiso dar más a besar. Subióse al pie del altar y de allí decía cosas maravillosas, diciendo que por la poca caridad que había en ellos había Dios permitido aquel milagro y que aquella cruz había de ser llevada a la santa iglesia mayor de su Obispado; que por la poca caridad que en el pueblo había, la cruz ardía. Fue tanta la prisa que hubo en el tomar de la bula, que no bastaban dos escribanos ni los clérigos ni sacristanes a escribir. Creo de cierto que se tomaron más de tres mil bulas, como tengo dicho a V.M. Después, al partir, él fue con gran reverencia, como es razón, a tomar la santa cruz, diciendo que la había de hacer engastonar en oro, como era razón. Fue rogado mucho del concejo y clérigos del lugar les dejase allí aquella santa cruz por memoria del milagro allí acaecido.
Alonso de Burgos para el obispado vacante de Cuenca, y para el obispado de Córdoba á D. Tello de Buendia, varon insigne en virtud y letras, que prestó grandes servicios á la Iglesia y al Estado, y reconcilió con los reyes al indómito arzobispo de Toledo D. Alonso Carrillo.
¿Cuatro? exclamó con orgullo D. Pedro . Cuatrocientas están ya filiadas en la <i>Cruzada del obispado de Cádiz</i>, y aunque todavía no hay uniformes para todos, ya cuento con cincuenta o sesenta, gracias al celo de respetables damas, alguna de las cuales me oye.
Avilés había llegado al Perú en la época del virrey Amat; y cuando estalló en 1780 la famosa revolución de Tupac-Amaru fué mandado con tropas para sofocarla. Excesivo fué el rigor que empleó Avilés en esa campaña. Durante su gobierno se erigió el obispado de Maynas y se incorporó Guayaquil al virreinato.
Palabra del Dia
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