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Actualizado: 1 de junio de 2025


Su carácter era extremadamente sencillo: un incidente imprevisto le ponía delante á un hombre cortés y generoso que para satisfacer su curiosidad empleaba hábiles recursos de conversación, y ella le dijo lo que quería saber; se lo dijo obedeciendo á una poderosa necesidad de desahogo, hija de su aislamiento y melancolía.

Las madres desplegaban un celo escrupuloso en separar durante las horas de descanso a las que en las de trabajo propendían a juntarse, obedeciendo las naturales atracciones de la simpatía y de la congenialidad.

Esta habilidad dramática, que se revela en la disposición de sus planes, no sólo comprende á todos los accesorios de la fábula, sino que se extiende también, con su natural superioridad, á su versificación. Distínguese ésta, no sólo por su extrema belleza y elegancia, sino que, obedeciendo también en general á reglas fijas, se harmoniza en todo con las diversas alternativas de la acción.

Aún más se extraña la distinción que hace en favor de La ingratitud vengada, suponiendo que con este título indique una comedia de las más débiles de Lope de Vega . Acaso la tendencia moral, fuertemente caracterizada, que se halla en el argumento de este confuso tejido de intrigas amorosas y de asesinatos, que lo hace repugnante á nuestros ojos, lo recomendó á la consideración de Cervantes. ¿Pero cómo era posible que un poeta diese su fallo obedeciendo á motivo tan liviano?

Ayer no más lo hemos visto; 30.000, 40.000 almas, cuarenta mil seres racionales, ocupando diez cuadras de la calle Florida, aplaudiendo a una voz, vivando un nombre, obedeciendo una orden; padres, madres, hijos e hijas, jóvenes y viejos, lanzados al mar de las pasiones electorales por una sola voz, riendo a una seña, llorando a otra de entusiasmo, marchando en procesión y vivando simultáneamente el adorable nombre de su divino jefe. ¡Eso es partido!

Hízolo así don Quijote, pareciéndole que las razones de Sancho más eran de filósofo que de mentecato, y díjole: -Si , ¡oh Sancho!, quisieses hacer por lo que yo ahora te diré, serían mis alivios más ciertos y mis pesadumbres no tan grandes; y es que, mientras yo duermo, obedeciendo tus consejos, te desviases un poco lejos de aquí, y con las riendas de Rocinante, echando al aire tus carnes, te dieses trecientos o cuatrocientos azotes a buena cuenta de los tres mil y tantos que te has de dar por el desencanto de Dulcinea; que es lástima no pequeña que aquella pobre señora esté encantada por tu descuido y negligencia.

1164 El que obedeciendo vive nunca tiene suerte blanda, mas con su soberbia agranda el rigor en que padece: obedezca al que obedece y será gúeno el que manda. 1165 Procuren de no perder ni el tiempo ni la vergüenza; como todo hombre que piensa, procedan siempre con juicio; y sepan que ningún vicio acaba donde comienza.

La ciudad cerraba el horizonte con sus graves siluetas, el tañido de las campanas y el de las sonerías de los góticos relojes de torre acompañaban aquellos paseos alemanes en los que yo no era Werther, aunque creo que Magdalena valía una Carlota, porque jamás le hablé de Klopstock y si alguna vez mi mano se posó en la suya fue siempre obedeciendo a un impulso fraternal.

Bien sabe mi Dios con cuánto gusto, obedeciendo la vuestra, que no es otra que la mía, y siguiendo el mandato del Emperador, desde mañana os daría la mano de esposa aun en la estrecheza de esta aldea; pero don Lope, padre tenéis, y lo que el Rey manda bueno es que sea con asentimiento de los que tienen natural y necesaria autoridad sobre nosotros.

Prescindiendo, pues, de estas expediciones hechas por nuestro poeta, movido por causas exteriores, casi hasta nuestros días, y obedeciendo á su natural afición, ha acometido otras casi anuales á Argel, á Suecia y Noruega, y otra vez á España, en el invierno de 1883 á 84.

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