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Yo no digo nada contestó Ferpierre, encogiéndose de hombros y bajando la vista a los papeles que estaban en la mesa. ¡El amante de usted ha confesado ser él mismo el asesino! Al evitar la mirada de la joven, obedecía el magistrado a dos impulsos diversos. Era penoso para su rectitud emplear la mentira por descubrir la verdad.

Dudó primero de la discreción del aya, que era la encargada de recibirlas, y luego pensó que Pepe enmudecía, cansado de no obtener respuestas; mas pronto supo con temor que el silencio de su amante no obedecía a ninguna de estas causas.

Y Rafael obedecía, pero evitando que le acompañase don Andrés, pues a la ida o a la vuelta pasaba unas cuantas horas en la casa azul o suprimía por completo el viaje para quedarse allí temblando al volver a casa por si su madre se enteraba de tales distracciones. Doña Bernarda conocía aquella nueva amistad.

Al otro día, fijado para la solemne fiesta en que el doctor debía hacer pública entre sus convidados la dicha de sus hijos, Amaury no se separó apenas de Magdalena mientras ésta preparaba su tocado con visible agitación y cuidado singular, sobre todo para Amaury, que conocía la natural sencillez de la hija del doctor. ¿A qué obedecía aquella prolijidad y aquel deseo de agradar? ¿Olvidaba acaso que para él siempre sería la más hermosa de todas?

Villuendas se reía sin atajarle, gritando: «¡Adiós, mi dinero!, ¡eh!... ¡socorro!, ¡guardias...!». Chillido unánime de espanto y desolación llenó la casa. Ramoncita pensaba seriamente en que debía llamarse a la Guardia Civil. «Pillo, ven acá; eso no se hace» gritó Jacinta corriendo a sujetarle. Una cosa agradaba mucho a la joven. Juanín no obedecía a nadie más que a ella.

Clementina en este punto era una gran artista. Sabía vestirse de tal modo que las telas, ni por sus vivos colores, ni por su riqueza, atrajesen demasiado la vista en perjuicio de la figura. Comprendiendo que el traje en la mujer no debe ser un uniforme sino adorno, un medio de hacer resaltar las perfecciones con que la naturaleza la hubiese dotado, no obedecía ciegamente a la moda.