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Actualizado: 20 de noviembre de 2025


Mas no hay que pensar en esto. De lo que me alegro infinito contestole el notario. No podéis imaginaros, doctor, hasta qué punto la idea de heridas avivadas y de bordes suturados me descomponen los nervios. ¡Examinemos otros medios más suaves, yo os lo ruego! La cirugía raramente procede con dulzura; pero, en fin, os queda la elección entre el sistema indio y el italiano.

No quiera Dios, mi querido amigo protestó vivamente Raúl, que sentía ya su torpeza; creo que es un oficial de mérito, del que no tengo nada que decir... Pero no es sólo... Creía haber encontrado con frecuencia a la señorita Raynal en casa de su madre de usted, señor conde dijo tranquilamente el notario.

Esta mañana, después de una entrevista con el notario a quien he encargado que arregle todos estos asuntos, paseaba yo mis ocios por las calles próximas a la Catedral, cuando vi a Elena, a la que conocí fácilmente por su ridículo traje, compuesto de trapos viejos de su tía, exhumados de un armario, y que la muchacha lleva con estoica indiferencia.

El notario y su esposa hablaban de doña Pepa como de una persona familiar, pero el niño nunca la había visto en su casa. Doña Cristina elogiaba sus cuidados con el poeta, pero desde lejos y sin deseos de conocerla. Don Esteban excusaba al grande hombre. ¡Qué quieres!... Es un artista, y los artistas no pueden vivir como Dios manda.

Que la corbata de Napoleón no estaba bien anudada. Pocos hombres, en este terreno pacífico, hubiera podido medirse con maese Alfredo L'Ambert. Se firmaba L'Ambert, y no Lambert, en virtud de un acuerdo del Consejo de Estado. El señorito L'Ambert, sucesor de su padre, ejercía de notario por derecho de herencia.

El día de la firma de la escritura vimos á los dos viejos, sentados juntos y con la vista baja, en el despacho del notario. Este nos recibió agitando las manos y mirando á lo alto con desesperación. No aceptaban: era inútil insistir.

¡Qué calor, querido Hardoin! dijo Raúl riendo. ¿Será capaz de hacerle a usted renunciar al celibato? ¡Oh! yo soy como el señor cura; me limito a casar a los demás. ¿Es bonita? preguntó con curiosidad la muchacha. No la he visto todavía respondió el joven diplomático con un soberbio aplomo. Es muy distinguida dijo el notario. Y tiene además un aspecto modesto y decente apoyó el cura.

Una aventura no muy lejana ocurrida al señor Desmaroy y descubierta por el padre Tomás, encargado por la abuela de comprobar los informes del notario, ha puesto fuego a la pólvora y apresurado el no final. La abuela ha suspirado un poco por la forma al pronunciarle categóricamente, pero su negativa ha sido espontánea porque no podía prescindir de la cosa... Boulmet se ha mostrado menos fácil.

En este estado de desmayo fue como la encontró el digno notario.

Apenas terminó el primer acto de Los Hugonotes, el notario empezó diciendo: Tienen que vestirse la reina y todas sus damas de honor; hay que construir también el castillo y los jardines de Chenonceaux, y, de consiguiente, el entreacto será bastante largo para que yo pueda referirles la historia que desean conocer.

Palabra del Dia

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