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Actualizado: 16 de noviembre de 2025


Isabel hablaba con perfecta naturalidad, la sonrisa en los labios, con entonación dulce y simpática que cautivaba. Sus frases envolvían siempre una cortesanía tan exquisita, una posesión tan cabal de todas sus facultades, que en ello se echaba de ver la egregia cuna en que había nacido y el comercio en que había vivido con elevadas personas. Jamás murmuraba de nadie.

, hijo, ; pero no hay necesidad de que te molestes. Pantaleón, que no tiene nada que hacer, se encargará de ello. ¡Que no tiene nada que hacer! Estas palabras, pronunciadas con perfecta naturalidad y hasta con la sonrisa en los labios, sonaban a sarcasmo. Tampoco él tenía nada que hacer; demasiado le constaba a ella.

¡Hurra por el cura! rugió D. Martín, echando el caballo y recogiendo la baza. Amigo, yo pensé que D. Martín no tendría el caballo suspiró D. Norberto, dirigiéndose a Consejero con ojos de angustia. Lo pensó usted porque es un babieca y lo ha sido toda su vida repuso éste con afectada naturalidad donde se traslucía la cólera.

Ramoncito iba poco a poco adquiriendo nociones claras, no sólo de estas cosas, sino también del modo más adecuado de combinar el idioma francés con el español en la conversación familiar. Pepe Castro poseía el don admirable de olvidar, en un momento dado, la palabra castellana, y después de algunas vacilaciones pronunciar la francesa con perfecta naturalidad.

Freya vaciló un momento para hacer memoria; pero su duda fué corta. Así es dijo con naturalidad . El profesor fué mi segundo marido. Yo he sido casada dos veces. No tuvo tiempo el capitán de manifestar su sorpresa. En lo alto del estanque, sobre la superficie cristalina plateada por el sol, pasó una sombra humana. Era la silueta del guardián. Abajo se conmovieron las tres bolsas informes.

Fué a cerrar la puerta que su mujer dejó abierta, y acercándose a ésta le dijo con afectada naturalidad: El cajero me ha entregado hoy un recibo tuyo de quince mil pesetas.... Aquí está. Sacó la cartera y de ella un papelito satinado y oloroso, que presentó a su esposa. Esta lo miró un instante con semblante grave, sombrío, sin pestañear, y guardó silencio.

El uno ve la verdad, el otro no; ¿y porqué? porque la verdad en este lugar es un conjunto de relaciones, entre el entendimiento, la fantasía y el corazon; es necesario desplegar á la vez todas estas facultades, aplicándolas al objeto con naturalidad, sin violencia ni tortura, sin distraerlas con el recuerdo de esta ó aquella regla, quedando el análisis, razonado y crítico para cuando se haya sentido el mérito del pasaje.

Ríos, uno de los cómicos que vagaban de un lugar á otro, y que desempeña el principal papel en El viaje entretenido, de Rojas, era natural de Toledo, y murió en el año de 1610, siendo celebrado por Lope de Vega en la obra citada, á causa de su superioridad en el género cómico, y de la naturalidad y gracia de su estilo.

Piadosa y mundana, muy sencilla, pero muy preocupada, perfecta en todo hasta en sus leves rarezas había arreglado su vida en concordancia con dos principios que, según decía, eran virtudes de familia: la devoción a las leyes de la Iglesia y el respeto a las del mundo; y tal era la fácil naturalidad que ponía en el cumplimiento de esos deberes, que su piedad, muy sincera, parecía no ser otra cosa que un nuevo ejemplo de la corrección de su trato.

Creíase dueño absoluto de su fortuna sin que se le pasase por la imaginación los derechos que sobre ella tenía su mujer. Pero últimamente un amigo le abrió los ojos. Hablando de la enfermedad que aquejaba a la duquesa, le preguntó con naturalidad si tenía otorgado testamento. Este amigo, que era abogado, daba por resuelto que la mitad de la hacienda pertenecía a D.ª Carmen.

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