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Actualizado: 29 de junio de 2025


Con lo que se concluyó la acta, que firmaron los Señores del Exmo. Cabildo, de que doy : Juan José Lezica Martin Gregorio Yañiz Manuel Mancilla Manuel José de Ocampo Juan de Llano Jaime Nadal y Guarda Andres Dominguez Tomas Manuel de Anchorena Santiago Gutierrez Dr. Julian de Leiva Licenciado D. Justo José Nuñez, Escribano público y de Cabildo. En Buenos Aires, á 23 de Mayo de 1810.

Una noche, el doctor Núñez, a quien había pedido me explicase la filiación de algunas aberraciones en la organización política de Colombia, lo hacía de tal manera, que me obligó a preguntarle: ¿Pero dónde ha aprendido usted tan a fondo la historia argentina?

Núñez dejó escapar un murmullo de aprobación sin levantar la cabeza, pero miró con el rabillo del ojo a su amigo y una chispa de malicia atravesó por sus ojos. Dudo que exista en el mundo prosiguió Tristán una ciudad más aburrida, más prosaica y cominera que la capital de España.

Esta ley de la gravedad que nos encadena al suelo, que nos pone grillos al nacer como si fuéramos presidiarios, ¿no es una ley estúpida? ¡Y luego nos hablan de inteligencia en la naturaleza! ¡Menguada inteligencia que corre parejas con su bondad! Núñez soltó una carcajada.

En seguida, y mientras quedaba el droguero como fascinado, con los ojos muy abiertos y la mano en el aire, volviose hacia la Esfinge; la hizo una elegante reverencia; y, sin acabar de enderezar el talle, salió por donde había entrado, acompañada de unos cuantos campanillazos que se oyeron, en virtud de otros tantos tirones que dio a un cordón la Esfinge desde su asiento, para que abrieran la puerta de la escalera; de un sin fin de excusas del complaciente Núñez, y de estas pocas palabras entre dientes, con que la droguera contestó al saludo.

Hubo un instante en que no pudo más y encarándose repentinamente con el pintor le dijo sonriendo, pero en tono resuelto: Señor Núñez, hace ya bastante tiempo que se está usted cebando en los defectos de los otros, de los que están ausentes. ¿Acaso los que estamos aquí no tenemos ninguno? ¿Por qué no los saca usted a relucir y los castiga con la gracia que le caracteriza? Eso estaría mejor hecho.

Otro castellano, no menos valiente aunque menos venturoso que Hernán Cortés, un tal Vasco Núñez de Balboa ha cruzado ese continente por una región en que es muy estrecho; ha salvado altas montañas y ha descubierto más allá un mar extensísimo que tiene toda la traza de dilatarse más que el mar de Atlante. El enigma queda por consiguiente en pie en toda su obscuridad misteriosa.

Gracias, gracias, señor de Núñez respondía atajándole la gran dama, entre sonrisas picarescas ; no tiene usted por qué lamentarse: lo conozco todo; me pongo en todos los casos.

Apenas hay necesidad de preguntarlo, porque en medio de ese páramo, el Sotillo viene a ser un jardincito abrigado y delicioso... Y a propósito, ¿cuándo me llevas al Sotillo? Hacía ya algún tiempo que Núñez le venía instando para que le llevase a ver la posesión de su futuro cuñado, de la cual se hacían lenguas en Madrid.

Si quedaba condenada a hacer el papel de esquina de la Puerta del Sol y, por consiguiente, a sufrir que le pegasen carteles en la cara, que se recostasen contra ella, etc., etc., el profundo Núñez no soltaba la presa en tanto que no pasease las manos por todas las regiones de su cuerpo.

Palabra del Dia

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