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Actualizado: 26 de junio de 2025


El extraordinario Byron, el bardo atrevido inspirado por la terrible musa del resentimiento y del orgullo herido, escribió, según cuentan, en dos dias, detenido en Ouchy, su magnífico poema del «Prisionero de Chillón

Cantantes incomparables, que ya han desaparecido, ponían en ella transportes de entusiasmo. El auditorio estallaba en aplausos frenéticos. Aquella maravillosa electricidad de la música apasionada, removía como con la mano, la musa de cerebros pesados o de corazones distraídos y comunicaba al más insensible de los espectadores aires de inspirado.

El que abandona a César por el Marqués de Caravaca; La tragedia por la zarzuela; La fama por el dinero. Bien sabía Vega lo que se decía cuando dijo que la musa diez era el hambre. Nosotros hemos dicho que el hambre es la musa única de los españoles. Y si no, ¿quién les inspiró la revolución de julio?

Los dos fueron engendrados en la hermosa reina griega, porque en realidad es la misma musa que inspiró á los arquitectos de Pericles y de Alejandro la que revela ahora sus graciosos y nobles contornos bajo el tosco paludamento visigodo y bajo la abigarrada vestidura siria; los dos se jactan de haber sido producidos por un aliento divino, los dos se llaman hijos de Júpiter, y efectivamente tan egregias dotes ostentan á porfia cada cual por su lado, que muchos dudan cuál sea la verdadera obra inspirada por la Divinidad.

Haz que con pies y pensamientos prestos Vengan aqui, donde aguardando quedo La fuerza de tan validos supuestos. Mal podrá DON FRANCISCO DE QUEVEDO Venir, dixe yo entonces; y él me dixo: Pues partirme sin él de aqui no puedo. Ese es hijo de Apolo, ese es hijo De Caliope musa, no podemos Irnos sin él, y en esto estaré fijo.

Mi dulce musa, que el dolor inspira, hoy entona canción de amargo acento y pulsando las cuerdas de la lira triste responde al nacional lamento, lamento por los aires repetido que es a la vez plegaria y es gemido. De España en el pendón, siempre glorioso, miro negros crespones, fúnebres galas de terrible luto; por eso entono triste mis canciones, por eso rindo amante mi tributo.

Y con esto queda demostrado que el «no» es mucho más difícil que el «» de las niñas... Son muchas las personas aficionadas a intervenir en el arreglo y combinación de las bodas. En lenguaje clásico se les llama casamenteras y han servido muchas veces de tópico a la musa irónica de los escritores festivos.

No hay una de aquéllas que al acercarse a una novia no sienta vibrar en su pecho el eco de cierta música lejana y divina; viene a sus labios el gusto de la miel de la remota luna; pero llega ¡ay! con el dejo amarguillo de algunos años de prosa matrimonial. En toda mujer casada hay un poeta desengañado de su musa.

La única diferencia substancial que encuentro yo entre esta novela y las demás de Pereda, y lo que me hace declararla realista a medias, consiste en que es un libro de tesis, en que abandonando el autor, hasta cierto punto, la observación desinteresada, principal musa suya, trata de inculcar, aunque no directamente, no una, sino muchas y varias moralidades.

La querida del Misterio me ofrece la flor de locura de su boca, cuando todos duermen, y lleva la hostia de la luna, como un florón luminoso, sobre su cabellera de sombras. Es la musa galante que dió el brazo al pobre Paul Verlaine, cuando iba por las calles del viejo París como un pierrot destrozado, borracho de ajenjo y de melancolía.

Palabra del Dia

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