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Actualizado: 3 de junio de 2025
Lo mismo que yo con un marido, murmuré con unos latidos del corazón que no me dejaban respirar. «Ahora bien, señora, no creo que se puede amar a una joven que en la primera entrevista aparece desempeñando un papel convenido de antemano.
Pero hay que oírla murmuré con una fantástica visión en el corazón y en los ojos. ¡Bah! habría de ser sorda para no oír, al menos, las campanadas de una parte... Es verdad... pero con algodón en los oídos... ¿Tiene usted algodón ahora? me preguntó la de Ribert, con una sonrisa enteramente maternal. No respondí, ruborizándome; al menos para lo que viene de Bellefontaine...
Por lo común, una de las causas de que se hable y se murmure es el propio deseo del galán, quien suele desear que se diga lo que es y aun lo que no es, y a veces finge que disimula con tan contraria habilidad, que más bien descubre o hace sospechar misterios y aun venturas que quizá no ha logrado.
¿Será que mi cabeza descarrila, como dice algunas veces la abuela?... 29 de enero. Esta tarde, me ha sorprendido la abuela registrando el diccionario geográfico. ¿Qué buscas, Magdalena? Nada, abuela... El nombre de una población balbucí ruborizándome de un modo anormal. ¿Qué nombre? Bellefontaine murmuré ocultando esta vez la cara en el libro.
¡Entonces, ha cumplido su amenaza, después de todo! ¡La ha cumplido! Hemos sido unos tontos, Reginaldo... ¡verdaderamente tontos! murmuré. Así parece. Confieso que yo esperaba confiadamente que nos diría la Combinados con una constitución de caballo, porque, si no, haría mucho tiempo que se hubiera muerto. Pero hemos sido engañados... completamente engañados por un moribundo.
Esa tarde, como nunca, su belleza surgía pálida y sensual, de la suntuosa quietud de la sala iluminada. Tan brusca fué la sacudida, que me hallé sentado en el diván, mirándola. ¡Diez y ocho años... y con esa hermosura! Ella me vió llegar sin hacer un movimiento, y al inclinarme me miró con fría extrañeza. Sí... murmuré.
Apuesto a que el próximo Elsberg será rojo, por más que Miguel el Negro le haga las veces de padre... Di un salto hacia él cerrando los puños. No retrocedió una sola línea y siguió mirándome con expresión y sonrisa insolentes. ¡Vete, antes de que te haga pedazos! murmuré. Me había pagado con creces la alusión a la muerte de su madre. Lo que hizo después fue buena muestra de su increíble audacia.
Una de las veces sus ojos chocaron francamente con los míos, y los dos sonreímos, sin saber por qué. Bajolos, al fin, y, mostrando vergüenza, dijo en voz baja: Ya sé que me has llamao... aquí pronunció a medias la palabra fea que yo había dicho a Suárez en la memorable conferencia de la taberna. Debí de empalidecer terriblemente, y murmuré, rechinando los dientes: ¡Infame!
Las conveniencias me impiden proseguir en esta exposición radiante de bellezas, que constituye el Fatal Femenino... Del resto, ya hablaremos más tarde. Todas estas cosas, Teodoro, están más allá de tus veinticinco duros mensuales... Confiesa, al menos, que estas palabras tienen el venerable sello de la verdad. Yo murmuré con las fauces abrasadas: ¡Cierto!
Claro está que vuestra merced habrá de tener también sus envidiosos y calumniadores; pero no pare mientes en eso, que lo que agora dicen habrá de llevárselo el viento como la paja. ¿Y piensa vuesa Reverencia que alguien murmure? preguntó Ramiro. Habladurías, habladurías replicó el religioso con ademán de desprecio.
Palabra del Dia
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