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Actualizado: 10 de julio de 2025


La naturaleza salvaje y espléndida. Los bosques vírgenes. Aves y micos. Nare. Aspectos. Los chorros. El "Guarinó". Cómo se pasa un chorro. El capitán Maal. Su teoría. El "Mesuno". La cosa apura. Cabo a tierra. Pasamos. Bodegas de Bogotá. La cuestión mulas. Recepción afectuosa. Dificultades con que lucha Colombia. La aventura de M. André. ¡Qué espectáculo admirable!

El piso húmedo, untado de una especie de jabón negro, era resbaladizo; pero ella se sostenía bien, y en caso de apuro se colgaba del protector brazo de su padrino. El ruido era infernal. Subían los carros de la carne con las movibles cortinas de cuero chorreando sangre, y su enorme pesadez estremecía el suelo. Los carreteros apaleaban a las mulas.

Necesariamente han de ser caros ciertos hoteles en las regiones montañosas, así como el servicio de guias, caballos y mulas, y las curiosidades artísticas, porque las gentes que especulan con las visitas de extranjeros tienen que indemnizarse en cuatro ó cinco meses de los sacrificios de todo el año.

Y las mulas, aunque diestras, más de una vez se iban un poco del camino, como si no estuviese bastante puesto en ellas el pensamiento del cochero. Era como de seis leguas el camino, y todo él a un lado y otro de tan frondosa vegetación que no había manera de tener los ojos sino en constante regalo y movimiento.

Los soldados procedentes del Sur corrían á sus puestos, y una nueva corriente de hombres se arrastraba por los rieles hacia París. Se mostraban alegres y deseosos de llegar pronto á los lugares de la matanza. Muchos se lamentaban creyendo presentarse con retraso. Julio, asomado á una ventanilla, escuchó los diálogos y los gritos en estos andenes impregnados de un olor picante de hombres y mulas.

Llegó la galera, y Clara se adelantó hacia la mitad del camino; pero, una de las mulas, que era muy espantadiza, dió un salto y casi vuelca la galera. El arriero empezó á proferir votos y juramentos.

Vicente Domingo, gracioso muy popular, de quien se cuenta esta anécdota: «Había sido antes trompeta en el ejército español, y conservaba siempre afición á este instrumento: estando en el campo en una ocasión con una compañía de comediantes, vieron á lo lejos una partida de ladrones; Domingo aconsejó á sus compañeros que, con sus caballos y mulas, figurasen una tropa de soldados, y él tocó en seguida marcialmente la trompeta, asustando á los salteadores, que se pusieron en fuga

Estando los dos en estas pláticas, vieron que venía a pasar por donde estaban uno con dos mulas, que, por el ruido que hacía el arado, que arrastraba por el suelo, juzgaron que debía de ser labrador, que habría madrugado antes del día a ir a su labranza; y así fue la verdad. Venía el labrador cantando aquel romance que dicen: Mala la hubistes, franceses, en esa de Roncesvalles.

Llegado junto al viajero, le habló, lo tocó y dándose vuelta, dijo sencillamente a D. Salvador: ¡Pobre D. Juan, viene difunto! Más tarde, en el Perú, pude verificar la exactitud de la narración de D. Salvador. Hasta no ha mucho, se encontraban en los caminos del interior algunas mulas llevando la fúnebre carga.

Pata se encuentra siete leguas al este sudeste de Santa-Cruz de Valle-Ameno: para encaminarse de aquel á este último punto, se toma una senda trazada para las mulas, llevando el itinerario siguiente:

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