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En una de éstas un soldado guiri, ¡maldita sea su casta!, se fue a él derecho con el pincho en ristre.... ¿Qué dirá usted que hizo mi Don Ignacio? no se le ocurre ni al demonio.... Lo apartó con la mano como si apartase un mosquito, y el muy bárbaro abatió la bayoneta y se dejó apartar. Tenía el señorito entonces una cara.... Válgame Dios y qué cara.

Porque yo en mis modestísimos estudios he aprendido... Reconozco en usted, amigo Valleumbroso, la psicosis epileptoides del genio... Muchas gracias decía el mosquito lírico ruborizándose . Me favorece usted demasiado... Nada, nada: es justicia seca.

Durante la breve pausa que siguió a los últimos conceptos de Guillermina, el infeliz hombre cayó en su conciencia como en un pozo, y allí se vio tal cual era realmente, despojado de los trapos de oropel en que su amor propio le envolvía; pensó lo que otras veces había pensado, y se dijo en sustancia: «Si soy un verídico mulo, un buen Juan que no sabe matar un mosquito; y esta diabla de santa tiene dentro el cuerpo al Pae Eterno».

Si usted me lo permitiese, querido Valleumbroso, yo quisiera una vez estar a su lado en el instante de componer para hacer sobre usted algunas experiencias científicas. Cuando usted guste replicó el mosquito, rojo de placer. Tengo la seguridad de encontrar la insensibilidad dolorífica en mayor o menor grado y la irregularidad del pulso engendrada por el impulso convulsivo de las arterias...

Pide un prólogo a Cañete, y este señor, que jamás se niega a tales cosas, dice al frente del libro en lenguaje castizo que hay en él composiciones muy lindas, y las cita; que el autor muestra por lo general mucha «elegancia, donaire y estro», y que el joven mosquito, si no se desgracia, llegará a ser un moscón insigne.

Bebe como un mosquito, y cuando tiene la tajá, la toma con los guardas, y quiere irse al Pardo para matar cara a cara al que asesinó a Puesto en ama. Le habéis puesto de un modo, que el día menos pensado hará una barbaridad. Maltrana se conmovió con hondo remordimiento al pensar en el daño causado a aquel amigo. Sintió vehementes anhelos de reparar su falta.

En vano lanzaban bombas, destrozando buhardillas y matando ó hiriendo viejos, mujeres y pequeños. «¡Ah, bandidosLa muchedumbre amenazaba con el puño al mosquito maligno, apenas visible á dos mil metros de altura, y después de este desahogo lo seguía con los ojos de calle en calle ó se inmovilizaba en las plazas para contemplar sus evoluciones. Un espectador de los más puntuales era Argensola.

Benedicta miraba al pretendiente con el mismo fastidio que a mosquito de trompetilla, y no atreviéndose a darle calabazas como melones, recurrió al manoseado expediende de hacerse archidevota, tener padre de espíritu y decir que su aspiración era a monjío y no a casorio.

El mosquito filosófico suele leer mucho, y está, por lo general, bastante enterado de las literaturas extranjeras; apunta cuidadosamente en un libro de memorias las frases brillantes y los pensamientos profundos y esmalta con ellos sus híbridos engendros; no es partidario del arte por el arte, ni gusta de la literatura frívola que sólo aspira a conmover y recrear; de las tres dimensiones de los cuerpos, longitud, latitud y profundidad, no admite más que la última.