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Actualizado: 19 de junio de 2025
730 No se decir con fijeza el tiempo que pasé allí; y despues de andar ansí como moro sin señor, pasé a poder del tutor que debia cuidar de mí. 731 me llevó consigo un viejo que pronto mostró la hilacha, dejaba ver por la facha que era medio cimarrón, muy renegao, muy ladrón, y le llamaban Vizcacha.
Tenía Bringas su taller en el enorme hueco de una ventana que daba al Campo del Moro... Porque la familia vivía en Palacio en una de las habitaciones del piso segundo que sirven de albergue a los empleados de la Casa Real.
A ningun lado miraba Que descubra un solo amigo, Que todo el pueblo enemigo Entorno le rodeaba. Con voluntad tan dañada Procuran su pena y lloro, Que se tuvo por mal moro, Quien no le dió bofetada. A la marina llegaron Con la victima inocente, Do con barbaria insolente A una ancora le ligaron.
Hasta en la casa del eslavo y del ruso se ven las curvas revueltas y los techos de punta de los pueblos hindús. En nuestra América las casas tienen algo de romano y de moro, porque moro y romano era el pueblo español que mandó en América, y echó abajo las casas de los indios.
Repuesto de su herida el ciego moro, volvió a pedir, a instancias de su amiga, pues no estaban los tiempos para pasarse la vida al sol tocando la vihuela. Las necesidades aumentaban, imponíase la dura realidad, y era forzoso sacar las perras del fondo de la masa humana como de un mar rico en tesoros de todas clases.
Veo en él una mezcla de rabino avaro, moro fantaseador y guerrero romántico, ansioso de rescatar los Santos Lugares para devolver millones de almas a su Dios. Pero reconozco que, de ser cierta la hipótesis del cambio de nacionalidad, fue éste uno de los mayores aciertos de su vida.
Esta es la verdad: creían, como el muchacho, que el mancebo estaba en camino de ganar el oro y el moro. «¡Cómo el jefe lo quiere tanto dirían pronto le señalará sueldo, y buen sueldo! Entonces será otra cosa». Pero.... repuso Castro Pérez. ¡Por Dios, Don Quintín! exclamó don Cosme. ¡No hay pero que valga! continuó el escribano. ¡Esa es la verdad! ¡La pura verdad! ¡Eso pasa todos los días!
829 Anduve a mi voluntá, como moro sin señor; ese jué el tiempo mejor que yo he pasado tal vez; de miedo de otro tutor, ni aporté por lo del Juez. 830 "Yo cuidaré", me había dicho, "De lo de tu propiedá: todo se conservará, el vacuno y los rebaños, hasta que cumplas 30 años, en que seás mayor de edá."
El gran Antonio Moro retrató magistralmente a uno llamado Perejón, que tenían los Condes de Benavente, y en el Museo del Prado le vemos de cuerpo entero y tamaño natural, ataviado con lujo y unos naipes franceses en la mano .
Allá se fue Benina despacito, porque el sujeto que la guiaba era de lenta andadura, como quien anda con las nalgas encuadernadas en suela, apoyándose en las manos, y estas en dos zoquetes de palo. Por el camino, el hombre de medio cuerpo arriba aventuró algunas indicaciones críticas acerca del moro, y de su conducta un tanto estrafalaria.
Palabra del Dia
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