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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Al mover las patas, mueven al mismo tiempo las alas, y vuelan, pero de cada vuelo sólo pueden atravesar unos doscientos pies o poco más, como os he dicho. ¿Y sólo se crían en esta isla? Yo he visto muchos en el puerto de Dori y en los bosques de la c. ¡Silencio! ¿Otra vez? ; pero ahora no se trata de monos voladores. Aguzaron los oídos y escucharon atentamente, conteniendo la respiración.

Un mundo de monos es la otra pintura. Las dos hojas del libro están llenas de monos: un mono colorado juega con un monito verde: un monazo de barba le muerde la cola a un mono tremendo, que anda como un hombre, con un palo en la mano: un mono negro está jugando en la yerba con otro amarillo: ¡aquéllos, aquellos de los árboles son los monos niños! ¡qué graciosos! ¡cómo juegan! ¡se mecen por la cola, como el columpio! ¡qué bien, qué bien saltan! ¡uno, dos, tres, cinco, ocho, dieciséis, cuarenta y nueve monos agarrados por la cola! ¡se van a tirar al río! ¡se van a tirar al río! ¡visst! ¡allá van todos!

Mas quiero yo contar aquí primero De monos una cosa muy galana, Que cierto me contó este caballero, Diciendo: que él lo vido una mañana, Estando en esta isla muy entero Su juicio, y razon muy libre y sana: De monos vió juntarse gran canalla, Y él púsose á escondidas á miralla.

Pero, hija, ¿qué te has figurao? ¿Piensas que tengo empeño en tenerte en mi casa? ¡Vaya una alhaja que se me escapa!... ¿Pero de qué presumes, criatura?... ¡Si no vales dos maravedís! ¡Si hace ya mucho tiempo que no te despido por compasión!... ¡Pues estamos aviados! ¡No se pone pocos moños el pendoncillo porque le dicen que se quede!... Anda, hija, anda donde estás haciendo falta...

Yo no se ¡ay! si los he hecho afortunados; lo que se es que ellos me han hecho muy desdichado, y que los perros, los monos y los papagayos lo son mil veces ménos que nosotros. Los fetiches holandeses que me han convertido, dicen que los blancos y los negros somos todos hijos de Adan.

Sirviéron en ella quatro sopas con dos papagayos cada una, un buytre cocido que pesaba doscientas libras, dos monos asados de un sabor muy delicado, trescientos colibríes en un plato, y seiscientos páxaros-moscas en otro, exquisitas frutas, y pastelería deliciosa, todo en platos de cristal de roca; y los mozos y sirvientas del meson escanciaban varios licores sacados de la caña de azúcar.

Petra, mientras hablaron el Magistral y Ana, se había separado discretamente dos pasos. Al ver al Provisor escapar y embozarse con tanto garbo, pensó la criada: «Están de monos» y sonrió. La Regenta tomó el camino de la Plaza Nueva.

Los «monos sabios» conducían de las riendas los caballos heridos, que arrastraban sus entrañas por el suelo, soltando al mismo tiempo por debajo de la cola una diarrea de susto. Al verlos, un encargado de las cuadras comenzó a mover pies y manos, agitado por una fiebre de actividad. ¡Fuerza, valientes!... gritó dirigiéndose a los mozos de las caballerizas . ¡Duro! ¡duro ahí!

Maltrana comenzaba a sentir la inquietud de una situación ridícula viéndose rodeado por aquellos monos malignos. Al volver la cara, sorprendió por dos veces los guiños burlescos, las morisquetas que hacían algunos a sus espaldas mirando al Barrabás. Su hermanastro, con una leve sonrisa, parecía animarles. Del fondo de la galería salieron voces imitando el gruñido de varios animales.

Acercóse á ella y, sacudiéndola por el brazo, profirió con ira concentrada: ¡Niña! ¡niña! ¡niña! ¿qué estás ahí diciendo? El cariño que te he tenido no te autoriza para insultarme. No te pongas tantos moños.

Palabra del Dia

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