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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Y después de limpiar el sudor frío y viscoso de la cara de la enferma, ofreciole la alcazarra de agua. ¡Bebe, hija de mis entrañas! ¡Mi blanca paloma!... Y la mísera paloma, herida de muerte, después de beber, asomaba su lengua entre los labios violáceos, cual si quisiera prolongar la sensación de frescura: una lengua seca, de rojo tostado, como una lonja de carne asada.

Mientras Isidora hacía estas y otras observaciones, notaba que algunas de las elegantes cofrades eran miradas tenazmente por los caballeretes, y que ellas solían mirarlos también con afectada distracción, de donde vino a considerar que si tanto flechazo de ojos dejase una raya en el espacio, el interior de la iglesia parecería una gran tela de araña. ¡Mísera humanidad! Tercera tarde.

Los peones de las canteras vivían como bestias, ¿pero acaso comían y dormían mejor los labriegos del interior de España? Para muchos, la vida de las minas hasta constituía un mejoramiento de su bienestar, comparada con la existencia mísera de bestias desamparadas que llevaban en sus terruños los años de sequía y mala cosecha.

Al fin han procurado convenirse En que salgan los viejos y mugeres, Y frailes y muchachos del poblado, Y que á la mira quede allí el soldado. La mísera hacienda recogida A prieta, de tropel y sin concierto. En carros y carretas fué metida, Que huir, todos dicen, es lo cierto.

Pintaba a veces, con rasgos dignos de Molière o de Balzac, el tipo del avaro, del borracho, del embustero, del jugador, del soberbio, del envidioso, y después de las vicisitudes de una existencia mísera resultaba siempre que lo peor era para él. Su estudio más acabado era el del joven que se entrega a la lujuria.

El triste, que procura de la tienda Librar lo que ha ganado con trabajo, Perece con su mísera hacienda, Quedando por sacarla de debajo. Muy larga se le hace aquí la senda Al que es gordo y pesado, y tiene bajo; Que el mas suelto y ligero mas corria, Y de su ligereza se valía.

En la escena en que Gómez Arias se propone entregar á los moros á la mísera joven, á quien sedujo, uno de los alguaciles se dejó llevar de tal manera de la verdad y de la animación del espectáculo, que se precipitó con la espada desnuda contra el actor, que representaba el papel de Gómez Arias, y lo puso en precipitada fuga.

La mayor parte de sus soldados habían dejado en ella los huesos: otros habían perecido en el mar; sólo Pizarro y unos cuantos predestinados como él consiguieron volver a Santo Domingo. El antiguo paje de doña Isabel arrastró en la ciudad colonial la mísera existencia de los conquistadores sin éxito.

Oyó el estrépito de cascos de caballo que machacaba la grava reciente detrás de la berlina. Se asomó a ver quiénes eran los jinetes y reconoció a don Álvaro y a Paco que pasaron al galope de dos hermosos caballos blancos, de pura raza española. Ellos no le vieron; el placer de la carrera los llevaba absortos y no repararon en la mísera berlina que seguía al paso.

Trabajaba el zapatero para las tiendas de la ciudad, sin adelantar gran cosa. Desde que salía el sol sonaba su martillo en el silencio del claustro. Esta manifestación única del trabajo profano atraía a todos los desocupados a la habitación mísera y maloliente.

Palabra del Dia

bagani

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