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Actualizado: 30 de abril de 2025


Y el acicalado millonario de la calle de Verneuil, arrojó dos billetes de a mil francos al rostro de su esclavo, diciéndole: ¡Toma, infame! El dinero es lo de menos; pero me has hecho gastar lo menos cien mil escudos de paciencia. Vete ahora mismo de aquí; sal de mi casa para siempre, y haz de modo que nunca jamás, en mi vida, vuelva a oír pronunciar tu nombre.

El millonario y el caudillo de los pobres se estrechaban tranquilamente la mano después de tantos años de no verse, como si nada hubiese ocurrido. ¡Hola, Salvatierra!... Me han dicho que es usted el maestro de Ferminillo. ¿Cómo va ese discípulo? Ferminillo progresaba rápidamente.

El millonario era á modo de un poeta del capital, y sacudiendo su ensimismamiento, rompió en un himno á aquella fuerza casi sagrada, puesta en manos de contadísimos iniciados. Cierto, que el trabajo, que era un auxiliar indispensable, sufría crisis y miserias, ¿pero por esto había que renegar del progreso, legítimo hijo del capitalismo industrial?

Aresti estaba pensativo y parecía no oírle. El otro día dijo con lentitud, como si reconcentrase su memoria leí un drama en francés y me acordó de . Era La Intrusa de Mæterlinck, ¿Conoces eso?... El millonario movió la cabeza: él no tenía tiempo para la literatura.

¡Qué hermoso! exclamó dando con el codo al millonario y mostrándole sus fundiciones. ¡Y pensar que de pequeño has correteado entre los chicos de Olaveaga! Debes estar satisfecho de tu obra. ¿Hay alguien más feliz que ?... Sánchez Morueta miró un instante á su primo, con inquietud, como si temiera que se burlase. Después añadió con voz lenta: , no estoy descontento de la suerte.

Ha hecho él más por la gloria de Vizcaya con sus empresas industriales, que todos aquellos Jaunes, sucios, barbudos y llenos de costras. Urquiola calló, desconcertado ante este elogio á su querido tío, temiendo que el millonario tomase la menor respuesta como un atentado á la gloria de su nombre. Pero doña Cristina vino en su auxilio para que la discusión no quedase ahogada.

Su destino fue decidido durante el camino, mientras él cazaba moscas al lado del cochero. Mi querido cliente decía el doctor al millonario, es preciso que no perdáis nunca de vista a ese muchacho. Comprendo que le hayáis arrojado de vuestra casa, porque, a decir verdad, su trato no debe ser muy agradable; pero no debisteis alejarle tanto, ni pasar tanto tiempo sin procuraros noticias de él.

Gastaron en tres meses lo que llevaban para un año. Karl, que había hecho saber á sus parientes la gran fortuna que significaba su matrimonio, quiso presentarse como un millonario, en pleno goce de sus riquezas.

Te creo, muchacho dijo Aresti Claro es que no te sabrá mal ser yerno de un millonario; pero esto es miel sobre hojuelas y aquí las hojuelas son tu amor.

Palabra del Dia

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