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Actualizado: 26 de junio de 2025
Iba Raúl a meterse en el barco cuando ella apoyó la mano en su hombro y le dijo gravemente y con una firmeza que cuadraba mal con su fino y vaporoso perfil de rubia: Quiero creerte y te creo; pero te lo suplico, no abuses de mi credulidad y de mi paciencia, pues ahora tengo un hijo a quien defender, y le defenderé. ¿Amenazas? No, una advertencia.
Don Feliciano y él conferenciaron en un rincón breves momentos. Acto continuo salieron a la calle. Don Rudesindo quedó en la apariencia tranquilo, en realidad fuertemente alterado y bramando en su interior contra Peña, contra el Saloncillo, contra sí mismo y contra la madre que le parió. ¿Qué necesidad tenía él de meterse en líos?
Le era imposible defender su propiedad; no podía discutir con aquel jefe que saqueaba el castillo tranquilamente, ignorando la presencia del dueño. «¡Ladrones! ¡ladrones!» Y volvió á meterse en el pabellón.
Si no duermes hace días, ¿cómo has de estar? ¡Mal haya el tal D. Luis y su manía de meterse cura! ¡Buenos supiripandos te cuesta! Pepita había cerrado los ojos; estaba en calma y en silencio, harta ya de coloquio con Antoñona.
Me valga San.... ¿Pero tú hablas formal, mujer? ¿Te quieres meter en aquella prisión por toda, toda, toda la vida? Arreniégote. Querer, quiero.... ¡Ay! Quise desde que fui así pequeñita.... Pero ¡bah!, ¡no puedo! ¿Dónde me van a recibir ahora sin el dote? ¡Buenas están las monjas para meterse en despilfarros! ¿Y yo, cómo he de juntar el dote, dime tú?
Arrancándose a la emoción deliciosa en que la había sumido la declaración espontánea de Raúl, se había dominado valientemente y, mostrándole el callejón sin salida en que iba a meterse imprudentemente, la habló el lenguaje imperioso de la razón y del deber. Todo les separaba, nombre, posición y fortuna.
Cuando llegó a él, no pensó siquiera en meterse en el balandro que estaba a dos brazas de la escalerilla: limitose a hacer a Cornias, ocupado en recoger el aparejo a toda prisa, algunas advertencias sobre el particular, y enseguida tomó el camino del Miradorio. Le estaba preocupando a él la cosa aquella desde el momento mismo en que había sucedido.
Don José había nacido para empleado; su escasa inteligencia no le permitía el lujo de tener ideas propias, y además carecía de carácter e iniciativa para exponerse a ser mártir por meterse a reformar rutinas.
Supónese que se abrió aquel postigo para introducir ganado en la ciudad durante el cerco que le tenia puesto S. Fernando, y que habiendo logrado algunos soldados cristianos meterse entre el ganado, contribuyendo luego á que se tomase la Ajarquía, el rey moro cuando lo supo esclamó: ¡bien escusada era allí aquella puerta!
Las advertencias de Jacobo no fueron recibidas como debieran... Marcos le intimó que no debía meterse en lo que no le importaba... Paco lo mandó sencillamente a paseo... Y Curra, esa admirable y bondadosa Curra, aunque escuchara sus palabras con gracia y simpatía, conocedora de sus admoniciones a su marido y su amigo, insinuoles que Jacobo hablaba de despecho. ¡
Palabra del Dia
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