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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Después de permanecer algunos minutos en tal estado, vecino de la locura, vio que se levantaba, y con cristiana resignación sacaba del armario la tercer camisa, y después de meterle los botones, se la ponía dando un profundo suspiro. Al cabo de un cuarto de hora, concluida su tarea, salió del gabinete serio, tranquilo, un poco pálido, como sucede siempre después de las grandes crisis.
Cada viaje era una viña para el bueno del secretario, y muy beneficioso para los suyos: poco a poco las hechuras de Barbacana iban cayendo, y estancos, alguacilatos, guardianía de la cárcel, peones camineros, toda la plantilla oficial de Cebre, quedando a gusto de Trampeta. Sólo no pudo meterle el diente al juez, protegido en altas regiones por un pariente de la señora jueza, persona de viso.
Y usted la respondí con ganas de meterle la cabeza en el rescoldo , tan alegre como unas pascuas por eso mismo. Pero ¿qué casta de criatura es usted? ¡Señor replicó ahogándose de repente con un sollozo , lo único que sé es que soy una mujer muy desdichá! Salió llorando, y yo me quedé con remordimientos de haber despertado en ella aquel dolor con la sequedad de mi pregunta.
Los hombres que valen no son los que heredan un apellido histórico, sino los que, llevando uno desconocido, logran meterle en la historia. ¿Para qué seguir presentando más casos? La variedad es tan grande que no acabaríamos nunca. Baste decir que cada uno de ellos requiere una negativa especial, ajustada a las circunstancias y al tipo moral y espiritual del pretendiente.
Para la Historia Natural, solía la maestra llamar en su auxilio al león del Retiro, y únicamente en la Química se quedaban los dos parados, mirándose el uno al otro, concluyendo ella por meterle en la memoria las fórmulas, después de observar que estas cosas no las entienden más que los boticarios, y que todo se reduce a si se pone más o menos cantidad de agua del pozo.
No volverás á tener otro tan majo, Bartolo. Me alegro de que haya sido mentira lo que me dijeron. ¿Qué te dijeron? preguntó un poco turbado el valiente. Que la tía Jeroma te había llevado por las orejas á casa antes de comenzar la gresca. ¿Quién dijo eso, puño? Suéltalo en seguida, porque quiero meterle estos cachos del garrote por los dientes exclamó hecho una furia el hijo de la tía Jeroma.
Una noche, en el momento en que el rezo iba á principiar, Clara tenía abierto el costurero, y fingiendo arreglar dentro de él alguna cosa, se ocupaba en abrirle la boca al pajarito y meterle á la fuerza unas migajas de pan que había guardado en el bolsillo, cuando de repente alzó el vuelo el animal, revoloteó por la habitación con el hilo atado en la pata, y fué á pararse ¿dónde creeréis? en la misma cabeza de doña Angustias, que al verse profanada de aquel modo, tomó tal cólera, que el asma le ahogó la voz y estuvo gesticulando en silencio diez minutos, roja como un tomate.
En cuanto á mí, gentleman, lo que deseo con más vehemencia es poder meterle por la cabeza á Momaren, Padre de los Maestros, esta túnica y estos velos que ahora me cubren, arrebatándole á él para siempre los pantalones. En el que el Padre de los Maestros visita al Hombre-Montaña
Se acercó lentamente á la vieja, que retrocedió espantada, y plantándose delante de ella con los brazos en jarras dijo roncamente: ¿Sabe usted, señora, por qué no tengo honra? Pues porque ese hombre que está ahí me la ha quitado. Pero usted, en vez de aconsejarle que me la vuelva, se humilla y le baila el agua para meterle en casa.
Cuando le tuvo bien trasteado, hablóle por tercera o cuarta vez, en términos vagos, del negocio de la mina. Ofrecíalo como un ideal inaccesible para meterle en apetito. ¡Si algún día fuera posible comprar esa mina, qué gran negocio! No había conocido otro más claro en su vida. Lo peor era que el Gobierno no estaba dispuesto a soltarla.
Palabra del Dia
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